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El vencedor parece vencido, y el vencido, vencedor, tras el referéndum en Turquía

¿Es posible que el vencedor sea vencido, y el vencido, vencedor? Parece que en Turquía sí. Ésta era la realidad que parecía dibujarse ayer, al día siguiente de celebrarse un referéndum que, oficialmente, decidía si se adelantaban o no en cuatro meses las elecciones municipales.A pesar de la neta victoria del no, defendido por la oposición (65 % frente al 35 % de síes), el primer ministro, el conservador Turgut Ozal, no ha dimitido, al obtener su postura un apoyo popular muy cercano al 36,3% que el partido gobernante obtuvo en los comicios legislativos de noviembre de 1987, lo que le valió 292 de los 450 escaños del Parlamento. Ozal se proclama vencedor porque se sitúa por encima del 32% que una formación política necesita para obtener la mayoría absoluta en la Cámara. Así, el vencedor parece vencido (la oposición) y el vencido, vencedor (el Gobierno).

El juicio del pueblo

Los dirigentes del principal grupo de oposicion, el Partido Populista Socialdemocrata, Erdal Inonu y Deniz Baykal, han pedido a Ozal que renuncie, recordándole que él mismo dijo que incluso se retiraría de la política según el resultado del referéndum". "No tiene la confianza del pueblo y ha sufrido un grave descalabro. Un primer ministro responsable debería inclinarse ante este juicio", ha dicho Inonu.En cuanto a Suleimán Demirel, líder del derechista y también opositor Partido de la Recta Vía, considera el resultado una "derrota aplastante" para el poder. "El pueblo ha rechazado la propuesta del Gobierno y Ozal debe sacar las oportunas consecuencias", añadió, antes de precisar que existe una única verdad en un referéndum: "conseguir más del 50% de los votos". El antiguo primer ministro, dos veces derribado de los militares, dice que Ozal confunde dos cosas que tienen poco en común: un referéndum y unas elecciones generales.

Pero, ¿por qué Ozal, pese a la impopularidad de su política económica, ha logrado tantos síes? Primero, porque los votantes han rechazado la posibilidad de una crisis política aguda. Ozal se ha beneficiado también de la falta de un auténtico programa de Gobierno de sus adversarios y del efecto de su chantaje político -"yo o el caos"-

Se puede decir que Estambul ha salvado al primer ministro. En la primera ciudad del país, el sí logró el 40,6%, aumentando en más de un 2% la media nacional. En la Anatolia del Este y el Sureste, donde los kurdos son mayoritarios, el no obtuvo resultados espectaculares, que superaron en algunas zonas el 80%.

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