La transición imperial en Japón
Con el relevo imperial en Japón se iniciará un período de transición, para el que todo está programado con precisión, aunque se ignoran los detalles, celosamente guardados, al parecer, en un pliego de documentos sellados guardado por la Casa Imperial japonesa.En realidad, la transición comenzó ya el pasado jueves, cuando el Gobierno encabezado por el primer ministro, Noboru Takeshita, aprobó, a petición de la Casa Imperial, los documentos que nombraron regente al príncipe heredero, Akihito, de 54 años, quien inmediatamente pasó a firmar los primeros documentos y la concesión de decoraciones imperiales, de acuerdo a los poderes que le atribuye la Constitución japonesa.
Akihito subirá al trono del crisantemo inmediatamente después de que se produzca el desenlace fatal para su padre, el emperador Hirohito, cuyos restos mortales podrían ser enterrados en el cementerio monumental de Tama Gorio, a unos 40 kilómetros al suroeste de Tokio, o en el cementerio imperial de Gokukuchi.
Una nueva era
Decretado un luto nacional, que podría ser de un mes, los funerales de Estado -con asistencia de monarcas, presidentes, primeros ministros y altos dignatarios- de la mayoría de países podrían celebrarse al cabo de unas semanas de la eventual desaparición de Hirohito.El Gobierno japonés propondrá también rápidamente, en el plazo de dos o tres días después de la subida al trono de Akihito, el nuevo gengo o nombre oficial a la nueva era imperial, en cuya definición trabajan, al parecer activamente, los funcionarios gubernamentales. Varios editoriales de la prensa japonesa insisten en que la población en general, y no sólo los notables, debería ser consultada para determinar cuál será el lema oficial que deberá reemplazar a la era showa (la de la paz y la armonía), que ha presidido los destinos de Japón bajo el polémico imperio de Hirohito.
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