El juez anti-Mafia Falcone retira su petición de traslado y sigue en Sicilia
Buenas noticias en la lucha contra la Mafia en Sicilia. La buena nueva es triple: el juez Giovanni Falcone ha retirado su petición de traslado y se queda en Sicilia; el nuevo responsable de la lucha contra la Mafia, el magistrado Domenico Sica, ha recibido poderes especiales que ni siquiera pudo obtener el asesinado general Carlo Alberto dalla Chiesa, y el popularísimo alcalde de Palermo, Leoluca Orlando, continúa en su puesto, pese a la presión de la dirección de la Democracia Cristiana.
Las noticias llegadas de Sicilia constituyen todo un rosario de esperanzas de que, al menos, la guerra que se había abierto en Palermo ha acabado con un primer tiempo a favor de cuantos en los últimos meses han gritado al Estado que la Mafia podía ganar la apuesta.La satisfacción es evidente en la opinión pública más sana, no contaminada por el pulpo mafioso y que, por vez primera, ha salido a la calle para manifestar su deseo de lucha contra el cáncer que atenaza la bellísima región siciliana.
Papel reforzado
Sin embargo, los más prudentes afirman que se trata sólo del primer tiempo de un partido que no será nada fácil de ganar. La victoria oficial de Falcone, Sica y Orlando, sirve por lo menos como estímulo psicológico inmediato para recuperar fuerzas.Falcone sigue a la cabeza del grupo de jueces especializados en la lucha contra la Mafia. Dicho grupo de especialistas ha visto reforzado su papel por el Consejo Superior de la Magistratura, que ha decidido que se dediquen prácticamente con exclusividad a los procesos relacionado con la Mafia. De este modo, Falcone y los suyos podrán llevar a término el proceso contra los grandes delitos políticos en Sicilia, indagar sobre los verdaderos responsables, dentro de las instituciones, de tantos crímenes que hasta ahora han quedado ocultos bajo la sombra del misterio.
El gran antagonista de Falcone, su superior Antonino Meli, se ha rendido también, tras la pataleta inicial, a la decisión del Consejo Superior de la Magistratura de apoyar la acción del juez más comprometido del país y se ha presentado ayer en el bunker donde trabaja su súbdito Falcone. Allí, sin testigos, se han abrazado y han hecho las paces. Una paz que podría ser sólo una tregua pero que, en una guerra tan dura y difícil, no es poco.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.