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Felipe González propone el perdón de una parte de la deuda de los países con dificultades

El presidente del Gobierno, Felipe González, pidió ayer en su intervención en la clausura de la reunión de gobernadores de bancos centrales de América Latina, España y Filipinas, celebrada en Madrid, el perdón de una parte importante de la deuda de los países con dificultades de pagos como nueva estrategia para encontrar una solución definitiva. "La capitalización de intereses y la reducción de la deuda pendiente deberían ser elementos fundamentales", añadió el presidente, Me la nueva estrategia a seguir, en colaboración con los organismos internacionales".

Horas antes, el gobernador del Banco de España, Mariano Rubio, señalaba el mismo cámino a seguir al afirmar que "seis años después del inicio de la crisis de la deuda externa es claro que no es posible resolver este problema de acuerdo con los principios establecidos en aquel momento". Rubio destacó que mientras ha desaparecido el temor a una crisis de los bancos acreedores de las naciones industrializadas, los países endeudados "aún se enfrentan a graves problemas económicos que les impiden reanudar un crecimiento sostenido".

Escasos resultados

La intervención del presidente del Gobierno, que duró menos de 20 minutos se inició con un recorrido sobre la evolución de la deuda desde 1982, señalando las consecuencias que ha tenido tanto para los países deudores como para los acreedores.

González afirmó que "la realidad de los escasos resultados obtenidos y de las expectativas basadas en esos resultados, la asimetría de los logros que se han alcanzado en las dos vertientes de la estrategia que se ha venido aplicando, reflejada en los fuertes descuentos de los activos bancarios sobre los países deudores y en la intensa recuperación del valor atribuido por los mercados bursátiles al capital de los bancos acreedores", lleva a pensar "que ha llegado el momento de aceptar la realidad y cambiar de estrategia aprovechando los márgenes que ofrece el saneamiento. de las entidades bancarias".

Felipe González reiteró que, en las condiciones actuales, los bancos acreedores no pueden estar interesados en seguir manteniendo la presión sobre los países deudores, porque ello se traduciría en una pérdida del valor de los créditos concedidos.

La nueva estrategia de la deuda, añadió, "debe partir de los gobiernos de los países acreedores en base a un consenso que debería buscarse con rapidez. Pasadas las elecciones en Estados Unidos se abre un periodo que debería ser favorable para encontrar ese consenso. Además ha de ser una operación que debe afectar al conjunto de los gobiernos y los bancos implicados en el problema y ha de ser una operación instrumentada con el concurso de los grandes organismos internacionales que tienen una extraordinaria relevancia, el FMI y el Banco Mundial".

"El papel de estos organismos debería ser doble: no solo tendrían que actuar como cauces y pivotes de la operación de gran envergadura a que conduciría este planteamiento, sino que habrían de prestar su asistencia en las políticas de saneamiento aplicadas por los países deudores beneficiarios".

El presidente del Gobierno terminó señalando que "todo ello me lleva al convencimiento de que ha llegado el momento de actuar con decidida voluntad política y de dar un impulso suficiente para llegar a un acuerdo en un marco multilateral. Para ese esfuerzo será preciso contar con el concurso de todos: tanto de los países deudores como de los acreedores, puesto que entre todos compartimos la responsabilidad de la situación presente y el deber de buscarle una salida".

Por su parte, Mariano Rubio señaló que, cuando estalló en 1982 la crisis de la deuda, se entendió que ésta era un problema de liquidez, no de solvencia, y que ante ello se quiso evitar "una crisis financiera internacional que era un desenlace probable si los principales bancos acreedores sufrían un impacto excesivo". Por ello se eligió el camino de mantener el pago de los intereses y aplazamientos en los pagos del principal, de forma que no se tuvieran que reflejar pérdidas en los bancos occidentales.

Una vez que se ha despejado el fantasma de la crisis de los bancos acreedores "parece que ha llegado la hora de que las dos partes compartan el peso de rectificar una situación de endeudamiento que se ha producido", según Mariano Rubio, en parte "por errores de apreciación cometidos por unos y otros".

La nueva estrategia anunciada por el gobernador del Banco de España debe basarse en un consenso internacional "en el que los factores políticos deben pesar tanto como los estrictamente económico-financieros".

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