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Breznev sufrió una muerte clínica en 1976

Pilar Bonet

El ex dirigente soviético Leonid Breznev sufrió una muerte clínica a principios de 1976, pero fue reanimado por los médicos y, tras tres meses de incapacidad laboral con alteraciones en el pensamiento y en el habla, sobrevivió hasta noviembre de 1982. Así lo ha revelado el historiador soviético Roy Medvedev en un extenso artículo publicado en el último número del semanario Novedades de Moscú y dedicado al líder que rigió los destinos de la URSS entre 1964 y 1982. La figura y el mandato de Breznev están siendo sometidos actualmente a una implacable crítica en el país.

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Un mal trago.

El nombre de Breznev desaparece de calles, plazas y localidades y sus obras dejan de venderse en las librerías. Pálido y demacrado, Yuri Churbanov, el yerno de Breznev y ex primer viceministro del Interior, se sentaba ayer por tercer día consecutivo en el banquillo de los acusados en la cámara militar del Tribunal Supremo de la URSS. Galina Breznev, la esposa de Churbanov, que tiene un extraordinario parecido con su padre, es uno de los 500 testigos citados a este juicio, pero, según fuentes soviéticas, se encuentra interna en el hospital con una lesión de menisco.Con el título El triunfo de la mediocridad, Medvedev explica que Breznev estaba rodeado de un entorno corrompido e interesado, por su propia supervivencia, en que apareciera de vez en cuando en su papel de Jefe del Estado, pese a su dificultad para desempeñarlo.

Unidad de reanimación

Una unidad de reanimación acompañaba siempre a Breznev, de cuyos discursos se habían suprimido terminantemente las palabras largas, con las que se atascaba. "Empezó a marcharse de vacaciones no sólo en verano, sino también en primavera. Cada vez le era más difícil cumplir incluso la más elemental obligación protocolaria y dejó de comprender lo que sucedía a su alrededor", dice Medvedev.Breznev falleció tres días después de haber presenciado el desfile del 7 de noviembre en la Plaza Roja. Su muerte se produjo a la hora del desayuno, cuando entró en su despacho a recoger algo y no volvió a salir. Preocupada, su esposa, Victoria, fue en pos de él y le descubrió yaciendo sobre la alfombra junto al escritorio.

Medvedev, que goza ahora de reconocimiento oficial en la URSS tras largos años de exilio interno, afirma que Breznev era un hombre de carácter y voluntad débil, que, sin embargo, se distinguía por su "tranquilidad y su lealtad respecto a sus colegas y jefes". En opinión del historiador, que fue expulsado del PCUS en la época de Breznev, éste era más un sujeto pasivo que activo de su ascenso y sucedió a Nikita Jruschov como solución provisional de compromiso entre los dirigentes soviéticos que le habían defenestrado.

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Alrededor de la biograflia de Breznev se empezaron a crear mitos tales como su exagerada participación en la Segunda Guerra Mundial. El dirigente tenía un carácter conciliador y no le gustaban los conflictos ni en política ni en la vida privada. Cuando éstos estallaban, Breznev procuraba evitar las soluciones extremas. Su tolerancia permitía que permanecieran en sus puestos personajes como el jefe del partido de Georgia, Vasili Mzhanadze, "cuya codicia y corrupción eran legendarias".

Breznev era también proclive al sentimentalismo y derramó lágrimas durante un pase privado de la película La estación de Bielorrusia, que había sido censurada y fue autorizada a raíz de la reacción del líder. Fiel a sus amigos, Breznev llegó a reunir a un equipo en el que se incluía a Constantin Chernenko, su ayudante y luego su sucesor; el ex ministro del Interior, Nikolai Schelokov, y el jefe del Gobierno, Nikolai Tijonov. Cuanto más débil era la salud de Breznev, tanto mayor era el número de personas de su equipo que ascendían a puestos dirigentes. En el XXVI Congreso del Partido, en 1981, su hijo Yuri Breznev y su yerno Yuri Churbanov fueron elegidos como candidatos a miembros del Comité Central.

Breznev creó, según Medvedev, un régimen de terror moderado y ejerció una represión ilegal inferior a la de Stalin. El breznevismo, caracterizado por la pasividad política, la indiferencia a los valores morales y el dictado de la mediocridad, tuvo unas consecuencias no menos graves que el estalinismo, afirma Medvedev, según el cual para acabar con este fenómeno, añade, no basta sólo con eliminar el nombre de Breznev de calles y plazas.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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