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Alerta militar en Pakistán para evitar enfrentamientos religiosos

ENVIADA ESPECIALEl Ejército de Pakistán se encuentra desde ayer en estado de máxima alerta para prevenir enfrentamientos entre suníes y shiíes durante estos días en que se celebra la festividad de este último grupo musulmán. Numerosos efectivos policiales y militares controlan las calles de la capital, Islamabad, y de las grandes ciudades paquistaníes. Los movimientos de tropas provocaron el pasado lunes rumores sobre la inminente imposición de la ley marcial que fueron desmentidos oficialmente.

El orden interior fue el principal tema abordado durante el primer Consejo de Ministros presidido por el nuevo jefe del Estado, Ghulam Ishaq Jan. Pakistán parece amedrentado ante la posibilidad de que un enfrentamiento religioso menor cause una revuelta de consecuencias inimaginables en un momento en que el país se encuentra aún inestable tras la súbita muerte del presidente Zia Ul Haq y de nueve de sus generales más cercanos, al ser saboteado, el miércoles pasado, el avión militar en que viajaban.

%Para qué se va a hacer público un informe que originaría más problemas que los que pudiera resolver?", dijo a este periódico un alto funcionario paquistaní sobre la eventualidad de que no sean desveladas las conclusiones de la investigación sobre la explosión del avión.

El Gobierno asegura, no obstante, que se trató de un sabotaje y deja entrever una implicación en el magnicidio de los servicios de información afganos (KHA), que ejecutan muchas de sus acciones a través de comandos que infiltran en Pakistán.

Enemigos interiores

Sin embargo, en medios diplomáticos se apunta cada vez con más insistencia a una acción de los muchos enemigos interiores que tenía Zia, desde militares a separatistas sindis, o a shiíes, que se sienten discriminados frente a la mayoría suní, 18% y 82% respectivamente de la población del país. De ahí la vigilancia establecida para evitar que las procesiones que realizan ayer y hoy los shiíes no deriven en enfrentamiento s. Los suníes consideran que son antimusulmanes los golpes y martirios a los que se someten a sí mismos los shiíes, que se flagelan con bolas de púas y cuchillas para conmemorar el aniversario del imam Husein, nieto del profeta Mahomamq, que dio origen a la división musulmana en estas dos sectas.Parachinar, la segunda ciudad de la NWFP (Provincia Fronteriza del Noroeste), continúa bajo el toque de queda decretado el sábado pasado, cuando fue arrojada una granada de mano a una procesión de suníes que se lamentaba por la muerte del general Zia. Cinco suníes iniciaron ayer una huelga de hambre en demanda de que se detenga a los culpables.

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La semana pasada murieron en los alrededores de Peshawar, capital de la NWFP, 11 personas, siete de ellas shiíes. Quetta, capital de la oriental provincia de Beluchistán, continúa también bajo el toque de queda para evitar nuevos enfrentamientos sectarios.

Los participantes en la procesión shií que recorrió ayer Islamabad, frente a un enorme contingente policial, se limitaron a llorar y a darse golpes de pecho. Sin embargo, se teme que la que hoy se celebra en la populosa ciudad de Karachi, al sur del país, tenga mayores consecuencias. Los shiíes paquistaníes están aún sumidos en el dolor que les provocó hace tres semanas el asesinato de su líder político y religioso, Arif Husein Al Huseini.

El Gobierno de Islamabad ha hecho un llamamiento a la calma, a la unidad y a la disciplina y ha pedido a la población que no se deje asustar por los "enemigos de Pakistán", que esparcen rumores sobre golpes de Estado y leyes marciales ficticias con el fin de crear "confusión y pánico entre la gente".

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