César López,
alcalde centrista de Frías de Albarracín (Teruel), al igual que sus 250 convecinos, no salía de su asombro al observar que en su pueblo, como si de una de las siete plagas se tratase, llovían ranas. Durante dos días las calles del pueblo, que celebraba las fiestas patronales, se llenaron de pequeñas ranas pardas, después de haber caído una tormenta. Los más viejos del lugar recuerdan que en otras ocasiones cayeron ranas congeladas con el granizo. Mientras se estudia el misterio de esta extraña lluvia, los habitantes de Frías no salen de su asombro y recelan de que se les tome a broma.
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