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Crítica:FESTIVAL DE SANTANDER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ashkenazy, Leinsdorf y la Filarmónica de Londres

ENVIADO ESPECIALLa Royal Philharmonic de Londres es una de las grandes orquestas británicas, lo que es decir mucho. Su doble presencia en el Festival Internacional de Santander los días 19 y 20 ha mantenido el elevado nivel de la 37ª edición e impuesto una tónica que, por otra parte, es la lógica, exigida y exigible a un festival con la historia y el prestigio del de Cantabria.

Al éxito protagonizado, con la orquesta, por VIadimir Ashkertazy, en su doble condición de pianista y director y en sus versiones de Mozart y Shostakovich, ha seguido el de Erich Leinsdorf, uno de los viejos patriarcas de la batuta, que labró su gran fama con las grandes orquestas americanas principalmente, pero sin abandonar nunca su trabajo con las principales formaciones europeas.

Asepsia

Estilo sencillo, llano en el gesto, directo en la intención, un poco al modo de José Iturbi y otros maestros de la época, Leinsdorf deja tocar, como suele decirse, a sus músicos dentro de una línea perfeccionista, brillante y, las más veces, aséptica. Lo que se advirtió más que en ninguna otra partitura en las Variaciones sobre un tema de Haydn, de Brahms, y que constituyó la nota dominante de toda la noche. En cambio, la luminosidad, la transparencia sonora, el buen sentido del color y una vital continuidad que hace del ritmo pulso y no metro, campearon en Dvorak. Es curiosa esta séptima sinfonía, animada por los ecos de Brahms y anticipadora del mundo de Mahler en bastantes aspectos melódicos e instrumentales.

En medio, Benjamin Britten, con su Sinfonía de réquiem, 1940, estructural, amplia, brillante, narrativa y con el cierre sumamente atractivo de un Réquiem aeternam entre religioso y popular, casi como una dolorida canción de cuna.

Música cántabra

Leinsdorf y la Real Orquesta Filarmónica tuvieron el gesto de interpretar, al comienzo de la segunda parte de su actuación el Himno cántabro, que compusiera hace años el maestro Guerrero Urresti, en una enaltecedora versión sinfónica -espléndida, bien -contrastada y pujante- del granadino José García Román. Escuchado por el público puesto en pie, el himno fue acogido con largos y entusiastas aplausos que recogió, al pie del estrado, el autor de la orquestación.

De José García Román se estrenó en aquí, en Santander, en su primera interpretación mundial, su cuarteto, dentro del concierto ofrecido en el claustro de la catedral, el pasado día 17.

La obra fue ejecutada por el cuarteto Enescu. Por otra parte, el próximo día 27, en la última actuación de la Orquesta de la Radio Polaca, Anton Witt dirigirá la Segunda sinfonía, que ha sido programada junto a la Suite montañesa, obra del compositor castrello Arturo Dúo Vital.

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