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"Manos blancas" barren Madrid

78 contratadas refuerzan durante el verano un servicio exclusivamente masculino

Las grandes ciudades nunca duermen, su ritmo apenas se detiene cuando llegan las vacaciones. En Madrid, la ausencia de todos los veraneantes que han salido no evita que las calles se ensucien y las papeleras se llenen. Por ello, cada día más de 3.700 personas se ocupan de mantener limpia una capital que recibe miles de turistas en los meses estivales. Entre ellos, este verano han llamado la atención de los transeúntes las 78 chicas que el Ayuntamiento ha contratado para la limpieza de la vía pública, por primera vez desde que se crearon estos servicios.

Un hombre avanza por una calle solitaria. Lleva al hombro algo enroscado, parece de goma. Es de noche, y el calor ha remitido ligeramente. El hombre se agacha y manipula una boca de riego, la conecta con la manguera que lleva al hombro, se yergue, mira desafiante al asfalto y la polvorienta acera, y abre el grifo. Un chorro de agua corta el aire y se deja partir por la luz de las farolas, llena el silencio con una promesa de lluvia e inunda la ciudad con un olor húmedo que se agradece tras las ventanas abiertas. Son los empleados de la limpieza que hacen el turno de noche, los encargados de eliminar el barrillo que el polvo y la contaminación acumulan en el asfalto y que gracias a cualquier chaparrón veraniego convierten las calles en pistas de patinaje.Aparte de ellos, durante todo el día pululan por la ciudad los empleados de la limpieza, encargados de vaciar las papeleras y retirar hojas secas, papeles, colillas, todo lo que tiran al suelo los madrileños y los visitantes que pasan unos días y que no se quedan en los hoteles, porque Madrid es una ciudad para vivirla en la calle. "La gente en verano sale mucho más", afirma Jorge Tinas, concejal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, "y por lo menos la mitad de los empleados de la limpieza se marchan de vacaciones, unos en julio y otros en agosto". Para que no se note mucho su ausencia, este año el Ayuntamiento ha contratado a 520 jóvenes en colaboración con el Instituto Nacional de Empleo (Inem).

Estos jóvenes disponen de un contrato eventual de tres meses, que finaliza el próximo mes de septiembre. Generalmente, trabajan directamente para el Ayuntamiento, aunque algunos lo hacen para las empresas que tienen una contrata con la Administración, sistema que funciona en 8 de los 14 distritos en los que está dividida la ciudad. El Ayuntamiento invierte en total un presupuesto de 2.000 millones de pesetas para la limpieza de las calles, además de los más de 7.000 millones destinados a la recogida de basura en camiones automatizados.

Distrito Centro

El distrito Centro es la niña bonita de estos presupuestos, pues se lleva un total de 600 millones. La causa está en "las especiales características de esta zona, que soporta un enorme trasiego de gente a cualquier hora del día, muy superior al de cualquier otro distrito madrileño". Por ello, a partir del 15 de agosto ha comenzado un nuevo programa de limpieza, de manera que los que pasen por allí verán las mangueras funcionando mañana, tarde y noche. "Este servicio ininterrumpido es lo que ha encarecido este presupuesto", justifica Tinas.El resto de los distritos se llevan entre 200 y 300 millones cada uno, dependiendo de las necesidades y el número de habitantes. Uno de los más baratos, por ejemplo, es el de Ciudad Lineal, en la zona este de la ciudad.

Entre estos jóvenes contratados con vistas a la temporada de verano se encuentran 78 chicas, la mayoría de las cuales (66 en total) han sido asignadas a los turnos de día en los siete distritos centrales, mientras que sólo 12 trabajan en el regado nocturno, según datos aportados por Abel Arias, jefe de la sección de limpieza de esta concejalía. María José R. Abellán y Montserrat, Domínguez, de 23 y 25 años, respectivamente, trabajan de siete de la mañana a dos de la tarde en el distrito de Chamartín, en la zona norte de Madrid. Las acompaña Basilio Escalera, un hombre de 57 años y 15 en la profesión, que al llegar en agosto de sus vacaciones se encontró "con la sorpresa de las chavalas". "Nos han aceptado muy bien", comenta Montse, que ha terminado Filología y esta primavera se encontraba en paro. "Al princlpio les resultó un poco chocante vernos a todas las chicas, e incluso hubo alguno que se puso un poco borde, pero ahora lo ven tan normal. Era una cuestión de costumbres".

Efectivamente, ésta es la primera vez que son contratadas mujeres para efectuar la limpieza de las calles. Antes, según afirma el concejal de Medio Ambiente, la situación en los departamentos encargados de estos servicios, dependientes de las juntas de distrito, "era aún más exagerada, pues por no haber no había ni siquiera chicas en la Administracion, llevada solamente por hombres. No se consideraba este apartado como un trabajo adecuado para mujeres". A partir de finales de los setenta aparecieron las primeras secretarias, y ahora, "al contratar a estas personas sólo se ha tenido en cuenta la edad, pues es una promoción sólo para menores de 26 años; la discriminación según el sexo no tiene lugar, porque va contra la Constitución, que nosotros respetamos fielmente", puntualiza Tinas.

Sin embargo, la iniciativa les ha pillado un tanto desprevenidos: la mayoría de las chicas tienen que vaciar las papeleras con las manos desnudas, porque los guantes, calculados para talla de hombres, les quedan demasiado grandes. "No importa", comenta Basilio Escalera, "ese trabajo lo hago yo, que sí llevo guantes, y ellas se ocupan de la escoba y de llevar los cubos". En ese trabajo, de cuando en cuando se encuentran cosas que ahora están siendo consideradas cada vez más peligrosas, como jeringuillas desechables. "Procuramos no tocarlas, pero pasamos mucho de preocuparnos demasiado", afirma Escalera, "de la papelera o el recogedor, al cubo. Nosotros ni nos enteramos".

'Curro' tranquilo

A Montse no le importa trabajar "de barrendera, sí, dilo, no hay nada malo en ello", y lo mismo sostiene María José, que es estudiante y no tiene muy claro su futuro cuando finalice sus estudios. "No es nada desagradable, estás todo el día en la calle y el curro en sí es bastante tranquilo; lo importante no es hacerlo con prisas, sino bien", afirma Montse. "Además", apostilla María José, "todo el mundo es muy amable con nosotras. Los porteros y los jardineros nos tratan fenomenal, nos dan agua cuando pasamos por allí o nos dejan algún utensilio que nos haga falta".Son las once de la mañana. Montse, María José y Basilio miran a un lado y a otro de la calle. "¿Adónde vamos ahora?", pregunta alguno. Cualquier dirección es buena, la ciudad les espera para que le laven la cara.

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