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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Los papeles de Kafka

Aquel día en Barajas me robaron la cartera. Lo que para muchos no hubiera sido más que un contratiempo desgraciadamente banal, se iba a convertir para mí en una odisea mucho más sabrosa.Dejé pasar unas cuantas semanas esperando ver aparecer al menos mi documentación, pero no hubo suerte y me metí en la cola de la comisaría. Ahí empezó lo bueno. Se me pidió, para renovar mi carné, un certificado de inscripción en el Registro Civil donde constaran mis dos apellidos. Mire usted, señorita, soy española por matrimonio desde hace 15 años, pero resulta que nací en Bélgica, donde sólo se usa un apellido, y que voy por mi tercero o cuarto carné sin que nunca nadie me pidiera nada más. Lo entendía la señorita, pero se trataba de una ordenanza nueva y no podía ayudarme.

Llevo 15 años trabajando en una empresa española, cotizando a la Seguridad Social, figurando en el censo y recibiendo propaganda electoral, pero resulta que no existo en el Registro Civil. Para que me inscriban, amén de un sinfín de papeles, tengo que presentar el carné... ¡Pero si me lo han robado!

Tardé más de un mes en reunir mi certificado de nacimiento,

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Los papeles de Kafka

Viene de la página anterior traducido (Convenio de París del 27 de septiembre de 1956) y apostillado (Convenio de La Haya del 5 de octubre de 1961) y los demás documentos. En lugar del carné presenté mi pa.saporte, y dentro de mes y medio me dirán si han podido inscribirme. Mientras tanto llevo meses conduciendo sin carné: para renovarlo hace falta el carné. No pude solicitar un pasaporte para mi hija: el mío no servía. (?), era preciso el carné. Y pienso yo: si en lugar de tener familia en Bélgica dispuesta a tramitar mi partida de nacimiento, fuera hija única y huérfana de Zululandia, ¿cuánto tiempo hubiera tardado mi embajada en hacerme la gestión? Y pienso yo: si me hubiesen robado el pasaporte también, ¿cómo demuestro mi identidad en el Registro Civil? ¿Cómo salgo de España si es necesario para mi trabajo, si quiero ir a la boda de mi hermano o simplemente si me da la gana?

Y sobre todo pienso yo: si en el resto de Europa la gente vive feliz con un solo apellido, ahora que hemos entrado en el Mercado Común para liberalizar, unificar y simplificar, ¿a santo de qué necesito ahora dos apellidos para ser persona?- Myriam Convent.

El mes de julio

Estuve de vacaciones en París y tuve la mala suerte de que me robaran el documento nacional de identidad. Fui a hacer la declaración en la policía y a pesar de que me dijeron que con esos papeles era suficiente para pasar la aduana, me aconsejaron en el Banco Santander que fuese al consulado.Así lo hice, y cuando al funcionario de la ventanilla 4 le expliqué lo ocurrido, de malas maneras y de forma despótica me comunicó que no me darían un salvoconducto, que regresase en coche o en tren, pero que en avión no podía salvo si me hacían un salvoconducto, que no me lo iban a hacer, pues las condiciones eran prácticamente imposibles por mi parte de que fuesen cumplidas. Es lo que me contestó a mi insistencia de que eso no podía ser. No le valía ni un carné que yo presentaba de estar inscrita en la Alianza Francesa ni el certificado de mi personalidad que me había expedido el Banco Santander; lo exigido era: declaración jurada de dos personas españolas acreditadas en el consulado de París acerca de mi personalidad provistas de pasaporte y que estuviesen presentes.

Conseguí a esas dos personas; me hicieron por escrito sus declaraciones, yjunto con mi billete de avión y cuatro fotos fue rechazado por faltar dos palabras que no añadían nada a la declaración; fue rehecha y de nuevo rechazada por ese funcionario parapetado detrás de la ventanilla -en España están ya suprimidas, pero allí no ha llegado- con unos modales imposibles de describir unido a su mala fe cada vez más evidente. Fue nuevamente rechazado, esta vez porque lo había escrito yo y firmado las personas que certificaban mi personalidad. Cuando nuevamente fue presentado, el personaje de la ventanilla le dijo a la señora (la otra era una chica de mi edad) que se iba a meter en un lío impresionante si firmaba eso y la buena mujer se asustó y no quiso hacerlo.

Fue entonces cuando apareció el cónsul y, después de contarle todo, me hizo el favor de hacerme un salvoconducto que, por otra parte, no compromete a nada, pues no dicen que yo soy yo, sino que dice ser ella.- Rosa Diestro Ortiz.

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