Sobrevuela como puedas
Las autoridades de París, preocupadas por misteriosas avionetas nocturnas que cruzan la ciudad
El ministro del Interior francés, Pierre Joxe, anunció ayer la constitución de un sistema de vigilancia aérea nocturna destinada a evitar el sobrevuelo ilegal de la ciudad, en una conferencia de prensa que constituyó la única actividad oficial de un París poblado únicamente por turistas. Desde los últimos días de julio, varias avionetas perturban el descanso nocturno de quienes no se han ido de vacaciones, sobrevolando al ras los tejados parisienses.
La policía ha intentado perseguir con helicópteros, en varias ocasiones, a los misteriosos ingenios volantes, con resultados infructuosos hasta ahora.Pierre Joxe explicó que cada noche se sitúan centinelas de la policía en los puntos más elevados de la ciudad (la torre Eifel y los principales edificios), mientras los helicópteros de la ALAT (Aviación Ligera del Ejército de Tierra) se hallan en estado de alerta para partir inmediatamente a la caza de estos curiosos imitadores de Mathias Rust. Como el joven aviador alemán, los noctámbulos del aire parisiense pasan inadvertidos, gracias a la liviandad de sus aparatos, por la espesa trama de radar que rodea la capital francesa, donde a los grandes aeropuertos internacionales (Orly y Roissy) se suman numerosos aeródromos civiles y militares. Los vigías han sido dotados de visores nocturnos y están siendo sometidos a un entrenamiento especial para realizar esta nueva e insólita tarea. Todos los campos y pistas de aviación, en 100 kilómetros a la redonda, están siendo vigilados y han sido objeto de investigaciones. Desde hace varios días, los inquietantes voladores nocturnos constituyen objeto de divertidos comentarios de los parisienses. A última hora de la tarde, los numerosos vuelos de los helicópteros de la policía recuerdan día a día la cita de los pilotos con los parisienses, que no se produce con regularidad cada noche.
'Kamikazes' burlones
El último sobrevuelo se produjo en la noche del jueves al viernes, y en este caso el aparato fue avistado y perseguido en dirección norte, pero luego se esfumó en la oscuridad de la Ciudad de la Luz. Los extraños vuelos rasantes, convertidos en la serpiente del verano parisiense, podrían deberse a una moda similar a la de los pilotos suicidas de la carretera de La Coruña madrileña pero no se descarta que respondan únicamente a algún espíritu burlón que desea poner en ridículo a las autoridades francesas. Aunque el nuevo fenómeno despierta los comentarios jocosos de los ciudadanos, la realidad es que las pasadas rasantes sobre París constituyen un peligro para quienes las realizan y para los habitantes de la ciudad, al margen de las relativas molestias sonoras que ocasionan. La súbita atención del flamante ministro del Interior por los sobrevuelos ilegales, en un fin de semana de todas las alertas en la carretera, proporciona la exacta medida de la preocupación que han llegado a crear estos fantasmagóricos pilotos. Joxe anunció la preparación de un proyecto de ley destinado a castigar con mayor severidad los sobrevuelos ilegales.En todo caso, estos vuelos proporcionan a París un nuevo laurel en su rica tradición de extravagancia aeronaútica. En 1909, el comandante Lambert dio una vuelta entera alrededor de la torre Eiffel mientras sobrevolaba por primera vez la ciudad. En 1919, Jules Vedrines aterrizó en la azotea de las Galeras Lafayette, lo que le proporcionó un premio de 25.000 francos. El mismo año, en un día de agosto, Charles Godefroy pasó por el ojo del Arco de Triunfo para protestar por la escasa presencia del Ejército del Aire en el desfile del 14 de julio. Esta hazaña fue imitada en el verano de 1986 por otro piloto, que fue multado y se quedó sin permiso de pilotaje. La rarísima e ilegal proeza de pasar bajo el Arco de Triunfo ha sido intentada otras veces sin éxito, siempre en épocas de marasmo vacacional.
Actualmente no es posible atravesar el monumento, pues se halla en restauración, cubierto por andamios y por una inmensa tela con los colores de la bandera francesa. No se puede descartar que la imposibilidad de enhebrar el monumento con una avioneta haya inducido a los ases del aire a buscar una forma tan eficaz de llamar la atención como es rozar casi a ciegas los tejados de París.
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