El cardenal, el alcalde y la tropa
El 10 de noviembre del pasado año Narcís Jubany cooficiaba una misa con Lluís Hernández, sacerdote y a la vez alcalde comunista de Santa Coloma de Gramenet, en el cinturón de Barcelona. Años antes, en 1979, ambos dialogaron sobre la conveniencia o no de que Hernández se presentara como candidato a la alcaldía. Jubany pensó durante dos semanas la respuesta. Expresó su desacuerdo con la postura del cura rojo, pero respetó su decisión. El cardenal arzobispo de Barcelona ha sido siempre un hombre moderado y tolerante, un hecho bastante peculiar en la actualidad y extraño durante el franquismo.Precisamente fue en vida del dictador cuando comenzaron a surgir problemas. Mientras se hallaba de obispo en Gerona, cuenta un profundo conocedor del cardenal, protagonizó indirectamente un incidente. Tras una procesión de Corpus dirigió unas palabras en catalán a los congregados, entre ellos los soldados a quien sus mandos habían hecho asistir al acto. El gobernador militar ordenó el rompan filas a la banda de musica y al resto de la tropa. Por eso cuando en 1971 el cardenal llegó a la diócesis de Barcelona no extrañó que remitiera una carta al gobernador civil notificándole su intención de no acudir a actos oficiales.
Jubany sucedió a Marcelo González Martín al frente de la diócesis catalana. Su llegada fue un soplo de aire fresco para el clero progresista, que se había enfrentado no sólo con su jerarca, sino con la policía en la propia calle.
A mediados de los años setenta, un sacerdote fue detenido, acusado de haber albergado a supuestos miembros del comando etarra del que formaba parte Juan Paredes Manot, Txiki. Jubany, irritado porque la policía había violado el concordato al no pedirle permiso para detener al sacerdote, se personó en la cárcel Modelo de Barcelona y pidió, haciendo valer su título de príncipe de la Iglesia, una entrevista con el preso. Después de múltiples gestiones con Capitanía General, pudo llegar hasta el sacerdote. Al abandonar la prisión, el Jefe del destacamento de vigilancia de la Guardia Civil se disculpó por no haberle reconocido y no haberle rendido honores.
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