Somos responsables todos
El director de la cárcel Modelo de Barcelona defiende en este artículo aspectos de la gestión carcelaria porque estima que se han hecho esfuerzos por dotar a este país de una infraestructura que mejore la situación. En todo caso, asegura que el problema no es únicamente de la Administración, sino de toda la sociedad.
Es desolador, para quienes trabajamos en la Administración penitenciaria, leer, escuchar o ver, estos días, los distintos medios de comunicación. Uno tiene finalmente la sensación de que todo se hace mal, de que en nada se acierta y de que finalmente la tarea represiva e incluso destructiva del individuo preso es; la única que funciona.Tras unos minutos, cuando se reacciona, no se puede silenciar lo que de verdad se piensa y, una vez más, en vano intento, se decide plasmar por escrito y dar publicidad a unas reflexiones para que todos, no sólo los penitenciarios, hagamos un análisis de conciencia.
Es cierto que la situación penitenciaria no es óptima -incluso no se puede utilizar el término normalizada-, pero no es menos cierto que el mapa penitenciario del Estado se ha visto incrementado en más de 20 centros de nueva construcción y que están próximos a inaugurarse otros 10 edificios que indudablemente mejorarán la situación penitenciaria, no pudiendo hacerse distingos, pues tanto la Administración central como la Generalitat (la única autonomía que gestiona sus prisiones) se han preocupado y volcado en el tema penitenciario, haciendo un esfuerzo político, humano y, lo que es más difilcil, presupuestario.
Pero que cada palo aguante su vela, porque la Administración penitenciaria no es la responsable de todo, ni el origen ni la causa de muchos de los problemas que padece.
Así, por ejemplo:
En muchas prisiones, la infraestructura es nefasta. Hay humedades, hacinamiento, los insectos reaparecen de cuando en cuando y los roedores hacen acto de presencia también periódicamente; pero no pueden lavarse las manos todos aquellos que claman que en su término municipal "Prisiones no, gracias", ni aquellos que salen en primera fila de las manifestaciones portando la pancarta en contra de la construcción de nuevos centros. Ni tampoco son ajenos aquellos que tildan de hoteles de cuatro estrellas la construcción de nuevos centros.
Un parque
En lugar de la Modelo, podría construirse un parque, como afirma el Defensor del Pueblo; en lugar de muchas prisiones (no sólo la Modelo, sino también Valencia, Málaga, Córdoba, Sevilla, Yeserías e incluso Carabanchel), podría construirse un parque, pero tampoco son ajenos a que no proliferen los espacios ecológicos en lugar de las prisiones los partidos políticos que se oponen con sus mayorías electorales, o sus minorías vociferantes, a la construcción de nuevos centros. En las prisiones hay droga, escierto, pero de ello no sóle) es responsable la Administración penitenciaria en cuanto que deja patente que sus controles resultan insuficientes, sino que de ello también son corre sporis ables otros muchos: la droga no crece, ni se fabrica, en los centros penitenciarios; la droga pasa zL los establecimientos penitenciarios y la entran personas que disfrutan de libertad, por lo que están sometidas al control legal, policial, fiscal y judicial, instituciones y/o poderes del Estado implicados en la lucha contra el tráfico de drogas.
En las prisiones hay SIDA, pero el SIDA tampoco se genera dentro de los muros; hay SIDA en la calle, y lo padecen personas en libertad que, cuando entran presas, también lo introducen en los centros penitenciarios. La estructura sanitaria del país no es, ni debe ser, ajena al problema.
En las prisiones hay internos con problemas psiquiá.tricos, pero muchos de estos preblemas psiquiátricos, aunque se agudizan con la estancia en prisión, son anteriores al ingresD en el centro penitenciario, o consecuencia del consumo de drogas. La red sanitaria y la red de asistencia psiquiátrica, que muchas veces ignora o minimiza el problema, no pueden ser, no son, ajenas a la cuestión.
En las prisiones, es cierto, falta trabajo para los reclusos, pero no puede olvidarse que este país ha tenido y tiene paro, y no pueden desentenderse del problema ni aquellos que pretenden obtener mano de obra barata intentando en cargar sus trabajos mal pagado3 a las prisiones, ni aquellos a quienes nunca jamás, y son casi todos, se les ha ocurrido que sus impresos, publicaciones, muebles, zapatos, bolsos, portafolios, raquetas de playa, etcétera, pueden ser encargados a muchos de los talleres penitenciarios.SanidadEn las prisiones, es cierto, la atención sanitaria normalizada (oftalmología, odontología, ginecología, pediatría) no es todo lo buena que sería de desear, pero no pueden desentenderse quienes se niegan a prestar sus servicios profesionales, aunque se les ofrezcan por pocas horas cantidades desorbitadas, y todo, al parecer, por el simple hecho de que son presos sus posibles pacientes, y de ello pueden hablar en Alicante, en Alcalá-Meco o en la Modelo, donde las dificultades para encontrar este tipo de profesionales son muchas veces insalvables.
En las prisiones, es cierto, hay presos que no deberían estar presos, porque ésta no es la mejor forma de rehabilitarles, pero a ello tampoco son ajenos los que chillan, exigen y vociferan clamando seguridad ciudadana y esconden tras ese su deseo un ansia represiva ¡limitada.
En las prisiones hay incidentes, secuestros, motines, y a través del tratamiento informativo que se les otorga se contribuye a la creación de héroes de papel, como lo ha sido el Vaquilla. Hoy, al Vaquilla le pesa como una losa esa fama, y en carta particular escrita a este director agradece la ayuda que se pretende prestarle para pasar a la historia simplemente con su nombre y apellidos y no con su apodo. Pero de este héroe artificial, y de otros muchos, no pueden desentenderse quienes contribuyeron a crearlo: muchas de las personas y de los medios de comunicación que asistieron a sus espectáculos para magnificarlos después. Las obras de teatro sólo subsisten mientras haya espectadores que compren la butaca para observarlas.
En las prisiones.... en las prisiones hay de todo, pero somos responsables, en mayor o menor medida, todos, aunque algunos, ¡oh hipocresía., sólo se acuerden de los presos cuando se suben a los tejados.Sanfiago Martínez Cadarso es director de la cárcel Modelo de Barcelona, licenciado en Psicología y Criminología.
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