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El último cubista

Andrés Trapiello

Ha muerto Francis Ponge. Juan Ramón Jiménez nos enseñó que en literatura debemos ser tolerantes con los jóvenes, exigentes con los maduros y comprensivos con los viejos. Pero no dijo nada de los muertos.Para muchos, Ponge estaba muerto hacía ya algunos años. Era un poeta que no escribía en verso o que prefería no hacerlo. Lo hacía en prosa y de una manera fragmentaria. En general, procedía en su escritura con la técnica del collage. Eso, durante años, se tomó por un signo inequívoco de inteligencia.

La obra de Ponge, como a él mismo le hubiera gustado describirla, se parece morfológicamente a un gran, muro. Cada una de sus prosas tiene el aspecto de un pequeño bloque de granito, cortado a escuadra. Ponge dispuso estos cubos en hilera, como el que tiende una muralla. ¿Para defender qué? Ésas son las contradicciones de los vanguardistas: terminan defendiéndose siempre.

Escribió sobre casi todo lo que le rodeaba de una manera curiosa. Quizá escribió así porque era un materialista convencido y de buena fe.

Creía demasiado en la naturaleza y las cosas como para dejar que el yo romántico del poeta viniera a echar más leña al fuego. Ponge parecía pensar que las emociones y el pescado se conservan mejor entre hielo.

La redacción de su prosa recuerda más las actas de un notario que el arrobamiento de un poeta. Supongo que en esto hay que ver una ironía pongiana.

Durante muchos años tomó el partido de las cosas. La palabra del día era compromiso. Al tiempo que se salía del partido comunista, en 1947, se comprometía con la realidad. Se conoce que no era posible la doble militancia. En esa época se aficionó al ingenio, el vicio francés, como dijo Stendhal. Véase La rage de l'expression, 1952. Es un libro que está lleno de lo que él llama trouvailles, es decir, pasatiempos y juegos de palabras, eso que gusta tanto en los cuarteles. Sin embargo, estas tracas se tomaron como verdadero fuego graneado, aunque algunos las disculpaban por creerlas una broma del autor. Nada más falso. Desde Moliére y Proust, los escritores franceses tienen muy poco sentido del humor.

Ponge era culto, muy culto incluso. Procedía para sus collages como los surrealistas, con los que militó por cierto en 1930 Acarreaba, material de las obras de los clásicos franceses (esos escritores que sólo leen los franceses en los liceos), viejos diccionarios y demás escombreras.

La frialdad del acero

Supongo que Ponge tenía una sólida teoría poética. Es imposible no tenerla escribiendo como él lo hace. No la conozco. Me he limitado a leer seis u ocho libros suyos, no siempre completos, traducir algún poema y admirarme de cuando en cuando por ese destello de alguna de sus frases. Brillan en el aire con la frialdad del acero antes de clavarse en la víctima. También recuerdo una larga entrevista que le hizo Philipe Sollers en aquellos años en los que el joven Sollers no sospechaba que terminaría pareciéndose a un escritor del siglo XIX.

Ponge podría ser un poeta cubista, pero no renunció a ciertaliturgia romántica. Quizá la heredera del Valery de los Cahiers. Para empezar, Ponge hablaba de escritura y no de poesía. Todo un síntoma. También le gustaba hacer constar ciertas objetivaciones del poema: el lugar en que fue escrito, circunstancias, día, hora, año, compañía. Lo hace como si llevara un cuaderno de bitácora. Sus libros tienen todos un aire provisional de cuadernos escolares. En general, cada uno de sus poemas empieza como una redacción escolar: "La antracita o el carbón por excelencia" (Piéces, 1961). El método tiene resonancias entre nosotros: Neruda. Tal vez la militancia política, como el grisú, les hermanaba a todos en esa galería letal.

Hoy nos comunican que Ponge ha muerto. Creyó en las palabras más que en las cosas. Pero creyó en algo. Eso le salvará. Ponge había sido protestante. Entre sus libros prefiero uno, se titula El Sena. No sé que se haya traducido nunca al castellano. Termina así. El Sena desemboca y Ponge añade: "Comme en la mer... Mais lá commence un autre livre, oú se perde le sens et la prétention de celui-ci..."

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