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LA CRECIENTE INFLUENCIA DE JAPÓN

Una relación con EE UU autenticamente especial

Junto con el Reino Unido e Israel, Japón es el socio menor de una de las pocas relaciones auténticamente especiales de Estados Unidos. Las dos naciones participan en empresas que van desde el desarrollo conjunto de un caza de 6.500 millones de dólares, denominado FSX, hasta la recogida de información secreta sobre los extremistas norcoreanos antes de la Olimpiada de Seúl. "Seguirá habiendo una tremenda dependencia mutua entre Estados Unidos y Japón", dice el historiador Eduard Reischauer, autor de Los japoneses hoy y antiguo embajador norteamericano en Tokio. "Si dejaran de colaborar sería un desastre para nosotros, pero también para ellos".Dos ejemplos. Antes de que la Administración Reagan hiciera una nueva propuesta sobre misiles nucleares de alcance medio a la Unión Soviética en 1988, la Casa Blanca envió al general retirado Edward Rowny a obtener el visto bueno de Tokio. A los japoneses les horrorizó una cláusula que hubiera permitido la permanencia de algunos misiles soviéticos SS-20 en Asia que tenían al alcance Japón.

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Cuando Rowny informó a la Casa Blanca, las objeciones de Tokio contribuyeron a abortar el plan. Los misiles asiáticos serán desmantelados.

Durante la crisis bursátil de octubre, Japón aconsejó a sus compañías de inversión que mantuvieran sus acciones en empresas noteamericanas. Este control contribuyó a que la caída fuera menos devastadora de lo que fue. Japón prestó un servicio similar en marzo de 1987, cuando el dólar entró en caída libre. En un esfuerzo doble, los administradores de fondos de Tokio conservaron sus valores norteamericanos, al tiempo que el Banco de Japón compraba dólares para detener la caída. Las reservas de moneda norteamericana del banco aumentaron de 1.000 milones de dólares a 15.000 millones.

Traición

Sin embargo, se ha introducido un nuevo sentimiento de acritud en las relaciones entre Estados Unidos y Japón, que va más allá de los conocidos ataques de Washington a Japón y de las protestas de inocencia de Tokio. Los norteamericanos se sintieron traicionados el año pasado cuando la Toshiba Machine Co. vendió ilegalmente tecnología de defensa delicada a la Unión Soviética.Al mismo tiempo, las preocupaciones norteamericanas por los signos de declive de Estados Unidos se convierten fácilmente en resentimiento contra un Japón cuya riqueza parece dejar pequeñas sus responsabilidades para el resto del mundo. Por su parte, muchos japoneses se han hartado de las continuas protestas norteamericanas sobre cuestiones comerciales y expresan actualmente cierta satisfacción por la imagen de un Tío Sam que se tambalea.

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El año pasado, Tokio estimuló la demanda de consumo interna y dependió menos de las exportaciones como motor de su economía, poniendo fin de esta manera a las acusaciones de prácticas comerciales depredadoras. Pero Japón sigue negándose a permitir que el yen se utilice como moneda de reserva internacional, medida que contribuiría a proteger a los países que comercian con Japón de las grandes oscilaciones del cambio de monedas extranjeras.

Sin embargo, no es sólo Japón quien necesita hacer frente a las realidades de su creciente poder.

Estados Unidos debe fomentar la participación de Japón en los asuntos internacionales, consultando a sus dirigentes con más frecuencia sobre los acontecimientos de política exterior, insistiendo en que el nuevo presidente del Banco Mundial sea un japonés e incluso quizás haciendo campaña a favor de un puesto permanente para Tokio en el Consejo de Seguridad.

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