'Señor Santiago'
A propósito del editorial publicado en EL PAÍS con fecha 27 de julio, bajo el título Señor Santiago, quisiera hacer algunas matizaciones.No parece que el apóstol Santiago sea una figura legendaria, como se sugiere en la misma. Otra cosa es la imagen hispánica del Santiago Matamoros y toda la parafernalia militarista que se ha creado en su torno y de la que los gallegos no somos ni inventores ni responsables.
En cualquier caso, la tradición de la llamada ofrenda nacional se inicia en el siglo XVII y no con Franco, el cual, tras la supresión de la misma en la II República se limitó a reimplantarla, no como favor a los gallegos, sino como parte de su política de restauracionismo clerical.
Por supuesto que en la democracia la continuidad de la ofrenda no tiene sentido. Y en ningún caso debería convertirse ese acto en una especie de discurso sobre el estado de la nación, con el agravante de que no son los partidos de la oposición los que contestan, sino la jerarquía eclesiástica muy puesta en su papel de reina por un día a efectos de intervencionismo político. Aún tiene mucho menos sentido si se considera que la ofrenda supuestamente nacional de España se rea¡iza en una festividad que ha perdido su carácter de tal pasando a ser, en gran parte de las autonomías, día laborable. Para los gallegos, además, contribuye a oscurecer el significado de la jornada en la que celebramos el Día de la Patria, o Día de Galicia, o Día Nacional de Galicia, como se le llama, y que viene conmemorándose desde 1920.
Por cierto, muchos gallegos agradeceríamos que el autor del editorial, aun en el supuesto de que considere la patria gallega como el equivalente a un Ayuntamiento de tercera división sobre el que se puede hacer de aguas dialécticas impune y alevosamente, se ahorre, en el futuro, escribir patria en bastardilla y con el retintín despectivo habitualmente empleado por algunos diarios españoles cuando a Galicia se refieren. Efectivamente, le guste al editorialista o no, es nuestra patria. Si es chica o grande, sólo a nosotros compete decidir.
Y como remate quiero destacar la coiricidencia (única) que inantengo con la opinión del, editorial respecto al espectáculo proporcionado por el señor González Laxe como oferente. El señor Laxe no es el "Jefe de los socialistas gallegos". Al menos no todavía. Ese puesto corresponde al actual secretario general del PS de Galicia-PSOE, señor Sánchez Presedo. Tampoco hacía la ofrenda en condición de tal (hasta ahí podíamos llegar). Pero por más representatividad real que ostentase, es absolutamente lamentable que la máxima autoridad gallega, militante de un partido laico y no practicante religioso, según declaraciones recientísimas a un diario local, se preste a hacer el paripé en una ceremonia escasamente digna y manchada con toda clase de sospechas (y también de evidencias) que el Gobierno y la propia Iglesia deberían ser los primeros en estar interesados en hacer desaparecer. Porque, de lo contrario, el señor Santiago, aunque es de piedra, puede que un día, harto de tanta manipulación, descienda del altar, bastón en ristre, y se convierta de matamoros en matahipócritas, tonsurados o no.-
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