Señores agentes

El día 12 de julio, hacia las 18.30, mi hijo fue atracado en el autobús 39, a la altura de la zona del Batán (carretera de Extremadura) de Madrid. Dos individuos le hicieron bajar, nadie hizo nada para impedirlo. Mi hijo tiene 15 años recién cumplidos.Después de pegarle -se defendió como pudo, pues querían quitarle hasta las zapatillas- le robaron la cartera. Con la cara absolutamente marcada por los golpes, vio pasar por allí un vehículo de la Policía Nacional. Y ahí empieza el drama.

Los golfos estaban cerca. El coche, una furgoneta con unos seis policías, paró, iba en dirección Campamento. Mi hijo, absolutamente nervioso, les indicó lo que había pasado y quiénes eran los causantes. El policía, uno de ellos, arguyó que sin estar él, mi hijo, delante de los chorizos, no los podían detener. Mi hijo tenía miedo, no quería enfrentarse nuevamente a ellos. Por fin subió al furgón y los cacos habían desaparecido. Hasta ahí, casi normal. Lo terrible es que a los policías, o por lo menos a este policía, no les gusta que les llamen así, hay que llamarles Señores Agentes (lo pongo con mayúsculas por si se ofenden), y en caso de no ser llamados de tan lógica manera para un momento lleno de paz y tranquilidad, pueden, me imagino que en uso y disfrute de prerrogativas marcadas por ley, amenazar con propinar un par de h... al ciudadano que estúpidamente se deja robar y no mantenga el protocolo. ¡Gracias, Señores Agentes!-