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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Bilingüismo

Algunas anotaciones sobre el artículo de Pedro Laín Entralgo sobre el bilingüismo del viernes 24 de junio de 1988.Es muy meritorio que don Pedro Laín salga en defensa del bilingüismo, ya que sobre este fenómeno psico-sociológico-cultural, tan extendido y buscado hoy (no hay que estudiar sino los anuncios de trabajo y enseñanza, por ejemplo, en este periódico), se encuentran las opiniones más peregrinas. Algunos lingüistas incluso niegan su existencia, cosa que a mí, bilingüe español-alemán o alemán-español (depende del día, del ambiente, etcétera) siempre me causa risa (alemana o española, depende).

Hablando de los doctos en sociología lingüística, que, por lo visto, lanzaron la curiosa hipótesis de que los bilingües traducimos de una lengua a la otra, puedo confirmar la duda de don Pedro Laín acerca de esta opinión, lanzada sin duda por un monolingüe. Los bilingües no traducimos, sabemos. Traducir tenemos que aprenderlo como cualquier otra persona, y a veces hasta nos cuesta más trabajo, porque, claro, sabemos. Y mucho más no se puede decir a ciencia cierta sobre los mecanismos psico-lingüísticos de una persona que habla, cuenta, piensa o sueña indiscriminadamente en más de una lengua. Todo lo demás son hipótesis más o menos gratuitas para justificar esta o aquella decisión política, como, por ejemplo, gastar poco en la enseñanza y cuidado de los idiomas.

Y justamente allí se esconden los verdaderos peligros del bilingilismo, en la falta de ejercicio en la diferenciación que deben hacer los hablantes entre sus respectivas lenguas, una tarea dura que no siempre se consigue, como algún lector atento de este texto podrá sin duda descubrir. Dos o más lenguas funcionando dentro de una cabeza tienden a confundirse, a interpenetrarse, porque para un hablante todas sus lenguas son una sola, al menos para su economía psíquica interna. Para los demás, claro que no, y ahí está el peligro, la tentación para un hablante poco culto, de convertir dos lenguas o más en una sola mezclándolas. Pero este collage lingüístico tiene un alcance comunicativo bastante reducido, y así, estas personas o grupos quedan aislados.

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Yo, personalmente, me divierto mucho con mi bilingüismo, y creo que uno no sabe nada de su idioma si no conoce otro con la misma intensidad. Pero, como ya dije, no se suele gastar mucho en la enseñanza y el cuidado de los idiomas, en el descubrimiento y conquista pacífica de otros mundos, y, entonces sí, ese bilingüismo miserable, sin apoyo alguno, se convierte en un peligro psicológico y social, sobre todo para los muchos emigrantes que justamente se suelen olvidar en este aspecto.- Karl J. Maller.

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