El ubicuo Sadam Husein
La libertad es tan rara en Irak como las corbatas en Irán
"Los padres contarán a sus hijos, dentro de 500 o 1.000 años, la historia de la espléndida gloria de la victoria. Los hijos les escucharán con recogimiento. Los padres contarán la historia magnífica que sus abuelos han escrito en la época del orgullo y la prosperidad, que las generaciones futuras llamarán la época del dirigente Sadam Husein". En gruesos caracteres negros sobre fondo verde, el autor del folleto Fao, historia de la liberación presenta así el relato propagandístico de la victoria que el pasado abril cambió el curso de la guerra del Golfo en dirección favorable a Irak.El régimen por el que la mayoría del mundo ha apostado frente a la revolución islámica iraní es una dictadura unipersonal que ofrece a su pueblo secularización, promoción de la mujer y riquezas materiales, y mantiene un rígido control estatal de todas las actividades políticas, sociales y económicas. La libertad es tan rara en Irak como las corbatas en Irán. La antigua Mesopotamia es, en relación a su población -unos 15 millones de habitantes-, el país con más presos políticos de Oriente Próximo, unos 100.000, según las estimaciones de las organizaciones humanitarias internacionales.
Toda disidencia ha sido aplastada en esta sociedad dominada por los servicios secretos, donde hasta los diplomáticos extranjeros prefieren hablar al aire libre con los periodistas para evitar las escuchas. Teléfonos y télex están intervenidos; el telefax y las antenas parabólicas, prohibidas; los pasaportes se dan con cuentagotas. Los habitantes de Bagdad sienten auténtico terror a que se les vea conversar con extranjeros.
Comunistas, nacionalistas kurdos y dirigentes religiosos shiíes han sufrido y sufren con particular rigor el martillo del hombre que afirma de sí mismo haber dado en Fao a la nación árabe "la mayor victoria de toda su historia militar".
Sadam Husein -en Irak llamado simplemente Sadamha convertido el país del Tigris y el Éufrates en un permanente canto a su persona. Sus retratos áulicos son onmipresentes en centros públicos, hoteles, comercios, taxis, calles y carreteras. Vestido de militar o de beduino, dirigiendo los medievales ejércitos árabes que derrotaron a los persas en Qadisiya, levitando sobre las obras públicas de su Gobierno, Sadam Husein alienta un culto a su personalidad superior al del sirio Hafez el Asad, el iraní Jomeini o cualquier otro líder del mundo musulmán. Es el ubicuo Sadam.
Pistola al cinto
Los observadores extranjeros en Bagdad no creen en la posibilidad de un golpe de Estado surgido del partido Baaz o del Ejército, y menos en una revuelta popular, máxime cuando la que puede ser última etapa de la guerra ha sido tan favorable a las tropas de Sadam. El presidente, sin embargo, preside las reuniones de sus íntimos consejeros con la pistola al cinto y media docena de guardaespaldas con armas automáticas. Así apareció en el informativo de noche de la televisión iraquí el pasado sábado.
El lunes de la pasada semana, esa misma televisión dio en sexto lugar la noticia de la aceptación iraní del alto el fuego. La primera fue la visita del presidente a unos estudiantes que celebraban el 20º aniversario de la revolución que llevó al poder al partido Baaz.
Dos posibles enemigos de Irak han acogido con recelo el eventual fin de la guerra del Golfo. Israel sabe que la aviación iraquí es ahora capaz de atacar su territorio sin usar aeropuertos intermedios, como declaró el pasado año el general Amos Lapidot, jefe de la fuerza áerea del Estado israelí. Los Mig-25 y los Mirage F-1 iraquíes han probado en el Golfo que pueden volar 2.400 kilómetros sin tocar tierra.
Siria, rival secular de Irak, es el otro país que teme a la en estos momentos mejor entrenada máquina bélica del mundo árabe. Una vez resuelto el conflicto del Golfo, el pulso entre esos dos gigantes que son Hafez el Asad y Sadam Husein promete ser también histórico.
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