Jruschov, hombre de moda en la Unión Soviética
Los soviéticos buscan en la biografía del antiguo dirigente claves para entender sus problemas actuales
El líder soviético Nikita Jruschov, depuesto en 1964, se está convirtiendo en un tema de moda en la Unión Soviética, tras un largo silencio de dos décadas que empezó a romperse poco a poco con la llegada de Mijail Gorbachov al poder. El interés por Nikita Jruschov, al que se dedican ensayos y recuerdos autobiográficos, es algo más que un intento de explicar el pasado. En los fracasos de las reformas de Nikita Jruschov algunos estudiosos soviéticos buscan las claves para entender la naturaleza de los problemas aún no resueltos del sistema y los peligros que acechan hoy al nuevo dirigente de la Unión Soviética y su programa de reformas económicas y políticas, conocido como perestroika.
En el otoño de 1964, Nikita Jruchov se marchó de vacaciones a Pitsunda (en el mar Negro) sin tomarse en serio la abierta campaña contra él que llevaba a cabo el Presidente del presidium del Soviet Supremo de la República Federativa Rusa, Nikolai Ignatov. Así lo cuenta, Alexei Adzhubei, el yerno de Jruschov y antiguo director del periódico gubernamental Izvestia, en la revista Znamia. En esta publicación literaria ha aparecido el ensayo "Aquellos 10 años" donde Adzhubei narra muchos detalles inéditos de la vida personal y política de Nikita Jruschov. Casado con Rada, una de los tres hijos de Jrushov, Adzhubei sería relevado al frente de Izvestia tras la caída de su suegro y pasaría a ocupar un puesto más discreto en la revista Unión Soviética.
Jruschov sabía, según Adzhubei, que Ignatov viajaba por provincias pidiendo abiertamente su destitución."¿Qué tonterías anda diciendo? ¿Qué intrigas son esas? Cuando vuelva habrá que aclarar todo esto", señaló Jruschov al Presidente Nikolai Podgorni, que había acudido al aeropuerto a despedirle. Jruschov no tuvo tiempo de pedir explicaciones. El 13 de octubre, el ideólogo Mijail Suslov le llamó por teléfono a Pitsunda requiriendo su presencia en Moscú por "graves discrepancias" en la directiva. Al aeropuerto ' moscovita sólo había acudido a recibirle el presidente del Comité de Seguridad del Estado, V. Semichastni. El 14 de octubre un Pleno del Comité Central, donde todo estaba decidido de antemano, destituyó a Jruschov. Leonid Breznev y Mijail Suslov, el llamado Cardenal Gris del socialismo desarrollado, intervinieron en aquel pleno. Jruschov había olvidado, en palabras de Anastas Mikoyan, vicepresidente del Consejo de Ministros a la sazón, que "también en el socialismo puede tener lugar la lucha por el poder". "Falta todavía una concepción global del personaje de Jruschov", nos decía el historiador Roy Medvedev, que, tras largos años de marginación, acaba de ver publicado un fragmento'de su biografia de Nikita Jruschov (editada en Occidente) en la revista Argumenti i Fakti. Hasta ahora, los artículos dedicados a Jruschov abordan aspectos parciales del personaje y de forma sistemática evitan entrar en los puntos más sensibles que afectaron a la comunidad socialista durante su mandato. Así, la represión de de la revolución húngara en 1956, la visita de Jruschov a Polonia en el mismo año, el bloqueo de Berlín y la construcción del muro en esta ciudad no han sido abordados por el momento.
En el libro No hay otro camino, el profesor Fedor Burlatski, el estudioso que ha ido más lejos en la evaluación política de Jruschov, señalaba que los "trágicos acontecimientos de Hungría en 1956" asestaron un "serio golpe a las esperanzas de los reformadores". Refiriéndose a Hungría, Adzhubei se limita a decir que "la contrarevolución... atizada por los provocadores occidentales, golpeó las conquistas socialistas.
Stalin inspiraba terror
Las relaciones de Jruschov con la represión estalinista siguen sin ser aclaradas por los abundantes artículos sobre este tema que aparecen actualmente en la URSS. Adzhubei deja bien claro que Stalin inspiraba terror en Nikita Jruschov, que en 1949 acogió con nerviosismo su nombramiento al frente de la organización del Partido en Moscú.A la muerte de Stalin en 1953, Jruschov derramó lágrimas como muchos de sus conciudadanos, pero dirigió la conspiración política que eliminó a Beria, el jefe de la policía estalinista, según cuenta Fedor Burlatski. "Mientras. este canalla esté sentado ahí, ninguno de nosotros puede estar tranquilo", dijo Jruschov a Mikoyan mientras abandonaban la dacha de Kunzevo donde yacía el cuerpo de Stalin. Jruschov se encargó de convencer al resto de miembros de la dirección soviética de que debían librarse de Beria y el resultado fue una reunión en el Kremlin donde tanto éste como Jruschov iban armados con sendas pistolas.
Según Burlatski, Jruschov silenció en sus memorias el papel del mariscal Georgi Zhukov, el héroe de la Segunda Guerra Mundial, en la detención de Beria. En sus revelaciones sobre el estalinismo, efectuadas en el informe secreto del XX Congreso en 1956 y durante el XXII Congreso en 1961, ocultó las responsabilidades de Mikoyan, su fiel aliado, y los horrores de la colectivización agrícola, un tema que le afectaba a él personalmente.
Según Adzhubei, los colegas de la dirección soviética se oponían al informe que Jruschov presentó ante el XX Congreso. Como precaución contra un eventual rechazo por parte de los delegados, Jruschov, leyó su informe una vez elegido el Comité Central.
A Jruschov le gustaba la gente de ciencia, ingenieros y técnicos que produjeran cosas con las manos, tangibles y susceptibles de ser utilizadas. Jruschov se entendía con los técnicos mucho mejor que con los intelectuales de ramas humanitarias. El líder tenía una formación intelectual de autodidacta. No conocía las teorías ideológicas no marxistas y se había familiarizado con esta corriente a través de textos divulgativos y propagandísticos.
"Las ideas del marxismo, naturalmente, están muy bien, pero si se untan con grasa de cerdo, todavía son mejores", dijo Jruschov en un encuentro con intelectuales celebrado en 1962 y descrito por Mijail Romm, un director de cine fallecido, en unos textos recientemente publicados por la revista Ogoniok. El encuentro, en el que tomaba parte el poeta Evgueni Evtuchenko, el escultor Ernst Neizvestni (actualmente exiliado) y otros artistas, fue un diálogo de sordos, donde Jruschov trataba de explicar cuáles eran las diferencias entre el artista que ayuda al comunismo y el que no lo hace y cómo distinguir lo bonito de lo feo. El líder concluyó con una metáfora militar. Los intelectuales eran coroneles y él, el general. "Así que... media vuelta, a la derecha, marchen, ar".
Textos en voz alta
A Jruschov le gustaba que le leyeran textos en voz alta y de este modo llegó a conocer Un Dia en la vida de Ivan Denikovich de Alexandr Solzhenitsin, publicado durante su mandato. El Doctor Zhivago, la novela de Boris Pasternak publicada este año en Moscú, no gustó a Jruschov. Éste no atendió el llamamiento de Vasili Grosman, el autor de Vida y Destino, una novela que Suslov censuró para "doscientos cincuenta años".Vida y Destino, una epopeya antiestalinista, ha sido publicada este año en la URSS. Jruschov se reservaba el derecho a valorar la producción cultural y culpaba a Suslov de fallos en el trabajo ideológico. En 1963, una'película soviética donde un aviador norteamericano renunciaba a lanzar una bomba atómica sobre la URSS puso a Jruschov fuera de sí, según Adzhubei, ya que éste no podía concebir al adversario potencial convertido en un "caballero bondadoso y humano".
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