Una Iimosna, por favor
Unas 90.000 familias madrileñas viven una angustiosa situación de 'pobreza severa'
En poco más de una hora y a fuerza de tragarse la vergüenza, Isabel consiguió reunir más de 1.000 pesetas, pidiendo por las casas de una colonia de San Blas, suficientes para comprar un bote de papilla y alimentar al menor de sus tres hijos, de pocos meses de edad. El marido de Isabel lleva más de año y medio en el paro, y el descalabro económico que eso ha supuesto para la familia les ha situado peligrosamente al borde del límite de lo que Cáritas denomina pobreza severa. Es sólo un caso más de las aproximadamente 90.000 familias madrileñas que están atravesando situaciones angustiosas, sin que tengan perspectivas de mejorar sensiblemente en un futuro in mediato.
A primeros de mes, el grupo de AP de la Asamblea de Madrid presentó una pregunta parlamentaria sobre las medidas que el Gobierno regional piensa adoptar para mejorar la situación económica y social de ese número de familias. La pregunta aún no ha tenido respuesta, pero tampoco existen demasiadas esperanzas de que los poderes públicos puedan remediar algo la situación."La pobreza en Madrid, y en toda España, no es algo casual. Es un fenómeno estructural que se viene dando durante siglos. En los últimos años, el número de familias pobres ha ido creciendo ininterrumpidamente. En Madrid, el norte y el sur también existen". Juan José Beltrán, secretario de Cáritas de Madrid, es un buen conocedor de la miseria que está destrozando a familias enteras en toda la ciudad, pero fundamentalmente en los barrios de la periferia sur.
Isabel pertenece a esa periferia que se acerca a situaciones tercermundistas. El sábado, bajo un sol agobiante, Isabel, una mujer joven y delgada, recorría las calles de una colonia de chalés situada en una zona rica de San Blas, y pedía hablar con las señoras de las casas tal vez porque le costara menos trabajo desplegar su situación humillante ante otra mujer.
Comida para el bebé
Las primeras explicaciones de Isabel iban destinadas invariablemente a dejar claro que no era una pedigüeña profesional. Isabel daba su dirección y se ofrecía a enseñar su carné de identidad e incluso los papeles del paro de su marido para demostrar que decía la verdad. Lo que le ocurría era que necesitaba recoger un poco de dinero para comprar comida con que alimentar el fin de semana a sus hijos, sobre todo al bebé de meses, que no podía arreglarse con un bocadillo."A mi marido le renuevan el paro y creemos que empezará a cobrarlo en unos días. Sólo pido para comprar la papilla de mi hijo pequeño. Le devolveré el dinero en cuanto pueda". Isabel suspiró, aliviada, cuando la última persona con la que habló le dió 1.000 pesetas. Con eso y lo que llevaba recogido ya, se aseguraba la comida para el pequeño por algunos días y terminar por esa jornada su vergonzante periplo.
A través de los datos económicos y sociales recogidos en un amplio informe, realizado en 16 grandes ciudades españolas y en otras tantas zonas rurales Cáritas ha definido el término de la pobreza severa: "Se entra en esta situación cuando una familia tiene el 50 % o menos de los ingresos necesarios para atender a sus necesidades básicas", concreta Juan José Beltrán. En una ciudad como Madrid, una familia media de cuatro personas necesita unas 78.000 pesetas mensuales, pero hay miles de familias que subsisten como pueden con el subsidio de paro -cuando lo tienen-, que no suele exceder de las 40.000 pesetas al mes.
El número de pobres ha crecido. Si en 1970, el informe Foessa señalaba la existencia de tres millones de pobres en España, en 1987 el número ha crecido a ocho millones, de los que la mitad se encuentran en el campo de la pobreza severa, según el estudio de Cáritas, publicado como libro, titulado Pobreza y Marginación en España, y que está agotado.
Falta de expectativas
A la tragedia de la pobreza se une la falta casi absoluta de expectativas de tiempos mejores. Ninguna de las personas que el lunes aguardaban cola para entrar al comedor de beneficencia de las Hermanas de la Caridad, en la calle General Martínez Campos, se atrevía a manifestar su miedo a que su situación no mejorara, pero tampoco se atrevían a manifestar fe en el futuro. Las respuestas del tipo de algún día tendremos mejor suerte, eran las más comunes.En el informe citado antes, un 42,8 % de las familias entrevistadas en ciudades de más de 250.000 habitantess respondieron que su situación, el próximo año, sería mucho peor (un 5,7 %) o bastante peor (un 37,1%). El 30,3 % respondieron que su situación continuaría igual y sólo un 14,2% contestaron que esperaban que su situación mejorara bastante o mucho.
Hay muchos pobres en Madrid. Una de las monjas, asistenta social, encargada de controlar la entrega de vales para el comedor, señalaba con tristeza la cola de mendigos desharrapados que esperaba turno. "No sólo son mendigos, vagabundos o jóvenes de paso los que recurren a nosotras. Desde hace tiempo tenemos que dar comidas a familias enteras". El comedor de la Inmaculada, de las hermanas de la Caridad, no es el único existente en Madrid; hay al menos otros cinco, más los albergues municipales y los doce centros de recogida dependientes de Cáritas. Todos están llenos a diario.
Cáritas destinó 154 millones en 1987 a ayudar económicamente a 3.287 familias en estado de extrema necesidad: "Pero Cáritas no puede hacerse cargo de estas familias de forma continua. Todo el dinero ha sido gastado en sacarles de una situación especialmente gravosa, como el pagarles el alquiler cuando ya están amenazados de desahucio, o comprarles medicinas, o las facturas de la luz e incluso alimentos para que pudieran comer algunos días. Las ayudas son únicas. A cada familia se la podemos dar una vez, o como mucho dos veces al año".
Al margen de las ayudas directas de Cáritas, cada una de las 600 parroquias madrileñas, en colaboración con la entidad, prestan sus propias ayudas a sus vecinos respectivos. No existen estadísticas, pero se calcula que cada parroquia se hace cargo de las deudas, en algún momento, de unas 50 familias, lo que significa una media de 30.000 familias en situación de extrema necesidad.
Eloy, el sacerdote de Canillejas, relató a este periódico: "Efectivamente, en Canillejas y San Blas, que son los barrios que mejor conozco, hay muchas familias que pasan hambre física, que no tienen qué comer al día siguiente. Aquí les damos algún dinero, cuando podemos, y les sacamos de algún apuro angustioso. No sólo en casos de familias. Hemos dado dinero a drogadictos que estaban en la calle y necesitaban medicinas o pagarse un tratamiento".
"La Administración ha hecho un esfuerzo relevante en la atención a los marginados, tanto la central como las autonomías o los ayuntamientos", dice Juan José Beltrán. "Otra cosa sería saber si el esfuerzo es suficiente, o el porcentaje que se dedica a la asistencia social del total de los presupuestos. Suficiente no es, porque cada vez hay más pobres, con lo que eso conlleva de marginación, inseguridad, impotencia y angustia en las familias".
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