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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La lección de canto de Alfredo Kraus

Los cuentos de HoffmannÓpera de Jacques Offenhach. Intérpretes: Alfredo Kraus, Enedina Lloris, Ana María González, Diana Montague, Patricia Orciani y Sexto Bruscantini. Dirección musical: Alain Guingal; dirección escénica: Giuseppe de Tomasi; escenografía: Ferruccio Villagrossi. Orquesta Sinfónica de Madrid.

Madrid, Teatro de la Zarzuela. 26 de junio.

Existe siempre un clima especial en las funciones de ópera donde actúa Alfredo Kraus, un cierto morbo, una inclinación a la disputa. ¿Seguirá el tenor pudiendo atacar los do de pecho? ¿Será capaz de mantener su rigor y frescura con el paso de los años? Su actuación en Los cuentos de Hoffmman, de Jacques Offenbach, precedida de una enorme expectación, ha sido todo un modelo de perfección. Kraus parece empeñado en demostrarnos que el tiempo fluye para él en sentido inverso.

La Canción de Kleinzach en la taberna del prólogo levantó un entusiasmo delirante. El tenor impuso su presencia escénica, emitió los agudos con poderío, hizo una demostración de técnica. A lo largo de la obra dio toda una lección de lo que es algo tan elemental, tan imprescindible, como es el fraseo, la dicción, la correcta pronunciación.

Un buen plantel de voces femeninas acompañó al cantante canario. Diana Montagüe, mezzosoprano inglesa, espléndida en todo momento, fue una de las sorpresas agradables de la noche. Enedina Lloris compuso con gracia a Olympia, la muñeca mecánica, sin resolver en todos los casos las notas más agudas. A Patricia Orciani le faltó control de su poderosa voz, que suplió con entrega entusiasta. Ana María González llenó su personaje de pasión romántica y calor humano.

Producción disparatada

Todo muy bien y, sin embargo, la representación no funcionó satisfactoriamente. Una producción disparatada, "de las que meten miedo a los niños" (como afirmaba una espectadora), confusa y antigua, vino a enturbiar y dispersar lo que las voces estaban ofreciendo.El montaje de Giussepe di Tomass¡-Ferruccio Villagrossi actuó en contra. Los cantantes se merecen algo distinto a un acto veneciano que parecía sacado de una pesadilla galáctica, o a un acto muniqués de pesadilla, sin más. Toda la frescura, la poesía, la sugerencia, la ligereza, la fantasía y la imaginación, brillaron por su ausencia. Tampoco contribuyó excesivamente la dirección musical, de Alain Guingal, plana y sin matices, en una orquesta que, bien dirigida, obtiene excelentes resultados.

La ópera, desde una concepción moderna, requiere los esfuerzos coordinados de varios campos de la creación; es un trabajo de equipo que no cuajó en la representación de Los cuentos de Hoffmman, que fue desequilibrada y no llegó a convencer, a pesar de tener algunos de los momentos más felices, vocalmente, de toda la temporada.

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