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Moscú y la religión

La semana pasada tuvo lugar en la atea Moscú una importante reunión de líderes religiosos mundiales para celebrar un acontecimiento, el milenario de la Iglesia ortodoxa rusa.El propio Mijail Gorbachov se reunió con representantes ortodoxos para preparar la ocasión y devolvió varios monasterios al control eclesiástico. Mientras tanto, en la Prensa soviética se ha desarrollado un abierto debate sobre los temas religiosos. Y todo ello sucede en un Estado que califica la religión como una superstición sin valor en la moderna época científica.

Pero el milenario sirve como recordatorio de las muchas cosas que aún no han cambiado entre el Estado soviético y los creyentes: la continua represión de millones de católicos, judíos, protestantes y musulmanes, cuyas religiones se ven menos favorecidas.

Parece que puede darse ahora un momento propicio para un cambio positivo. A la vez que los soviéticos comienzan a indagar sinceramente en su historia, la Iglesia ortodoxa rusa reclama una nueva atención hacia el importante papel que ha desempeñado en esos acontecimientos. De modo más general, Gorbachov tiene notables deseos de difundir en el extranjero la imagen del respeto a los derechos humanos en su país. Y las organizaciones religiosas tienden a fortalecer el compromiso con la comunidad, la vida familiar y el trabajo, valores que Gorbachov querría ver aplicados a sus reformas.

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, 13 de junio

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