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El Banco de España endurece las condiciones para que las empresas pidan créditos en el exterior

Las advertencias del ministro de Economía, Carlos Solchaga, en el sentido de que se tomarían medidas administrativas para impedir tina entrada excesiva de divisas que presionaran al alza el tipo de cambio de la peseta se concretaron ayer con la decisión del Banco de España de exigir autorización previa para cualquier operación de endeudamiento exterior por un plazo inferior a los tres años. Hasta ahora, las operaciones de toma de dinero de terceros países por un plazo inferior a un año y un montante inferior a los 1.500 millones de pesetas no necesitaban autorización previa.

Los elevados tipos de interés practicados en España y la tendencia al alza en el tipo de cambio de la peseta han provocado clue en el último año el endeudamiento a corto plazo -de las empresas privadas nacionales se haya nutrido de recursos obtenidos en el exterior por las mejores condiciones generales que obtenían. En el año transcurrido desde marzo de 1987 al mismo mes de 1988, la deuda exterior a corto plazo pasó de 476 millones de dólares a 3.042 millones de dólares, reflejando claramente la situación de los distintos mercados en los que las empresas nacionales pueden obtener financiación.

Acortar plazos

En una nota hecha pública ayer, el Banco de España explicaba la decisión de elevar de uno a tres años las salidas al exterior sin autorización previa, por la "Intensa utilización de esta vía de financiación", al señalar que el 85% de los préstamos exteriores liberalizados utilizados durante el último año flan sido préstamos con vencimiento inferior a tres años y que casi el 60% son operaciones a un año. Este cambio en la forma de salir al exterior por parte de las empresas españolas ha "producido un acortamiento significativo en el calendario de vencimientos del conjunto de la deuda exterior española".La nota del Banco de España terminaba señalando que la nueva circular puesta en práctica, "al elevar la vida media de los préstamos liberalizados, contribuirá a recuperar un perfil de vencimientos más favorable desde el punto de vista de la balanza de pagos y más acorde con una evolución ordenada del mercado de divisas durante los próximos meses".

En el fondo, la nota del banco emisor ponía el acento en los dos problemas, uno ya existente y otro futuro, provocados por el fuerte crecimiento de la deuda a corto plazo. El primero es el elevado crecimiento del endeudamiento exterior experimentado en el último año transcurrido, que se intenta frenar con la necesidad de pedir una autorización previa que, casi con toda seguridad, no será concedida por la misma cantidad que se contrataría si fuera libre el acceso a los mercados exteriores. De esta forma, la presión ejercida sobre el nivel de reservas por la entrada de dinero caliente y la deuda a corto plazo se verá restringida por las limitaciones a endeudarse en el exterior.

El segundo problema, planteado para un futuro próximo pero no inmediato, es que la acumulación de un elevado porcentaje de la deuda en vencimientos a corto plazo puede provocar tensiones en los próximos años en la medida en que se concentren en plazos cada vez más cercanos y con un peso creciente. En 1984, por ejemplo, la deuda que vencía en el año era ligeramente inferior a los 3.000 millones de dólares; en los tres años siguientes fue descendiendo hasta situarse por debajo de los 2.000 millones de dólares en 1987. Sin embargo, en este año los vencimientos superan los 4.500 millones de dólares, lo que representa multiplicar por dos la cifra del año pasado.

Fuertes amortizaciones

Estos elevados vencimientos, en la actualidad, representan que el 12% de la deuda externa /o española debe renegociarse a lo largo de este año, pues irían aumentando en los próximos ejercicios -especialmente en 1988- si no se hubiera tomado esta decisión, y ello podría poner en peligro a algunas empresas en la medida en que parece que se está agotando el proceso de devaluación del dólar respecto a la peseta. Basta para ello tener en cuenta que, mientras que en el último trimestre del año pasado la deuda a corto plazo pendiente de amortizar sumaba algo más de 2.500 millones de dólares, en el primer trimestre de 1988 ha superado los 3.000 millones de dólares.De todas formas, y aunque los problemas futuros puedan preocupar a las autoridades económicas, la elevada entrada de divisas que viene registrando la balanza de pagos española, tanto porque el dinero caliente sigue encontrando rentable invertir a corto plazo en activos monetarios nacionales como porque las empresas prefieren salir al exterior por los menores costes financieros previsibles, es el factor básico que ha impulsado a las autoridades económicas a cortar, al menos temporalmente, el proceso de liberalización del mercado de capitales iniciado hace un año.

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