Paisajes de la historia

En realidad le conocí en los años remotos del campamento de La Granja, cuando Jesús ya ofrecía un perfil intelectualista hermetizado y literario que no se llevaba en aquellas latitudes; pero sería en los comienzos de la segunda cadena de Televisión Española, en 1966, el momento en que afirmamos nuestra amistad y tuve ocasión de calar sus virtudes creativas.Cuando me encargaron sacar adelante TVE-2, sin recursos técnicos casi y abrumados por problemas organizativos, hubo que apoyarse en hombres de la escuela oficial de cine más o menos bisoños, y de la mano de Mario Camus y Ramón Masats vinieron Jesús Fernández Santos con José Luis Borau, Pío Caro, Pedro Olea, Antonio Drove, Claudio Guerin, Josefina Molina, Javier Aguirre ...

Nos preocupaba en aquella audaz empresa de la segunda cadena ahondar en las raíces culturales de nuestro país, buscando sus señas de identidad en paisajes, ciudades, historia y literatura que nos fueran propios. Y aquí Jesús campeó con voz propia dirigiendo el espacio La víspera de nuestro tiempo, que él auspició y donde dejó su impronta realizando ejemplarmente La Soria de Machado, allá por el año 1967, y Tres horas en el Museo del Prado, donde al filo del libro de Eugenio D'Ors obtuvo toda clase de elogios y lauros.

Nunca salió del campo documental de inspiración literaria, nunca dejó la cámara de cine por la electrónica, y siempre se mantuvo fiel a su vocación de animador cultural en Prado del Rey. En esa vía ideó otra serie, Los libros, donde le recuerdo la recreación de Lafontana de oro, de Pérez Galdós.

Casi al tiempo dejamos ambos TVE alrededor de los setenta. La última vez que nos vimos, enfermo ya él y en su casa, fue para hablar de su proyecto televisivo sobre Cabrera, que acababa de dar a luz como novela. Jesús era pulcro, puntual, irónico, muy versado en su oficio literario y aunque poco expansivo, encerrado en sí mismo, fue siempre un amigo leal.