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Crítica:'ROCK'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

"Lo vamos a pasar..."

"Nos lo vamos a pasar de puta madre". Fue el saludo de Frank Zappa al respetable nada más subir al escenario del Rockódromo madrileño. Después, dos horas de música, dos horas de lección de eclecticismo, de composición, y mucha ironía y acidez. Esta vez, el destino de la sátira de Zappa fue Iberia. Durante toda su actuación no cesó de dedicar improperios a la primera línea aerea española. ¿El motivo? La versión de la organización es que, al parecer, Zappa se encontró en Bilbao con que había más pasajeros que asientos en su vuelo a Madrid, y tuvo que realizar el viaje en coche. Al llegar, pidió el cambio en el orden de actuación -en principio debía cerrar la noche-, alegando que estaba cansado, y así, cada vez que la letra de sus canciones criticaba algo, o sea, casi siempre, él cerraba la frase con un "como Iberia".La anécdota Zappa-Iberia discurrió a lo largo de un concierto de un alto nivel de calidad, tanto en lo musical como en la faceta provocativa; faceta que alcanzó la culminación con la despedida del grupo: todos los músicos poniendo los cuernos al público, ¡a dos manos!

Concierto de Frank Zappa

Mermelada, Frank Zappa y Burning. Rockódromo de la Casa de Campo. Madrid, 14 de mayo. Duración: 5 horas.

La música creada por Zappa es densa e imprevisible. Mucho jazz, heayy, puro rock, clásica, música de orquestilla pueblerina..., de todo hay en la viña del señor Zappa. Su labor se reparte entre las facetas de director de orquesta, guitarrista y cómico agresivo. En todas ellas está a gran altura. Dirige a sus 11 músicos mientras coge la guitarra para realizar solos de una variación sin límite, y además canta-acusa: no deja títere con cabeza.

El sonido estuvo a una gran altura. La sonorización de los instrumentos de los 11 músicos fue impecablemente limpia y potente: la combinación perfecta. Esto permitió que los habituales cambios de ritmo de la música de Zappa se realizaran con una naturalidad pasmante.

Tal vez lo mejor de Zappa sea que consigue hacer fácil la escucha de una música que de fácil no tiene nada. Así, la inicial queja de los partidarios de Burning se tornó en silencio admirativo ante la cantidad de música por minuto que se les venía encima. Sólo Zappa es capaz de ensamblar una guitarra jivi con una versión del Bolero de Ravel sin que la cosa chirríe y logrando que el público rockero aplauda. Frank Zappa es un lujo necesario. Ha roto todos los moldes habidos y por haber, y sigue interpretando su papel de niño malo con tremenda verosimilitud.

La noche había comenzado, con gran puntualidad, a las 21.30. A esa hora, mientras más de la mitad de los aproximadamente 25.000 espectadores que asistieron se encontraban atrapados en el habitual atasco M30-carretera de Extremadura, Mermelada salía a escena.

Su actuación fue de un corte muy similar a la que, más de tres horas después, ofreció Burning. Son dos grupos de Madrid llenos de orgullo capitalino y de amor por el rock and roll y el rock urbano. Ambos grupos son veteranos, llevan muchos años luchando como francotiradores contra un negocio dominado por la mercadotecnia y la música comercial, y, a pesar de que su postura es marginal en cuanto a planteamiento, consiguen arrastrar a un numeroso público.

Cuando Burning comenzó su actuación era ya cerca de las dos de la madrugada y hacía un intenso frío en la Casa de Campo. A pesar de ello, más de la mitad de los asistentes permanecieron hasta el final. Mermelada y Burning son dos bandas de utilidad pública. Sus textos hablan de la sociedad perdedora, que tiene pocas vías de escape. El rock de estos dos grupos es una de ellas, y no debería desaparecer. ¿Por qué Mermelada y Burning sonaron peor y mucho más bajo que Frank Zappa?

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