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FERIA DE SAN ISIDRO

¡Mucha caraaa!

Peñajara / Vázquez, Domínguez, MendesToros de Peñajara, muy desiguales de presentación, manejables, flojos y varios inválidos. Curro Vázquez: media atravesada caída perdiendo la muleta (algunos pitos); pinchazo hondo delantero caído, otro bajo y estocada corta escandalosamente atravesada y baja (bronca). Roberto Domínguez: pinchazo hondo y dos descabellos (ovación y salida al tercio); estocada delantera caída (división y sale a saludar). Víctor Mendes: tres pinchazos, estocada y dos descabellos (silencio); estocada corta atravesada y descabello (silencio).

Plaza de Las Ventas, 14 de mayo. Segunda corrida de feria.

El público de Las Ventas se soliviantó ayer. No es que se soliviantara por propia iniciativa, sino que hubo soliviantador: el presidente. Qué necesidad tendría el presidente de soliviantar al público. Estaba el público en general tan pacífico, soportando toros flojitos, toros extrañamente cornicortos, toros curiosamente escobillados, sin decir ni madre mía, y sólo la afición batalladora voceaba algún que otro tecnicismo -barberooo, becerristaaa, piquistaaa-, cuando el presidente se puso a hacer el Don Tancredo y los soliviantó a todos. La afición pasó entonces del tecnicismo a la acusación directa, y el público en general se le unió, con gran estruendo. ¡Mucha caraaal, tronaban cada vez que el q'uinto toro se pegaba un batacazo, y no por la del toro -que era cornalona- sino por la dureza facial que atribuían al presidente soliviantador, que pese a las evidentes invalideces del toro no lo devolvía al corral.

Como no lo devolvió, afición y público en general pasaron a más abstractas referencias, como ¡Chorizooos!, y acabó extendiéndolas a los políticos de la Comunidad, por la parte de responsabilidad que les corresponde en la prepotencia de que está rodeada esta feria. "¡Fuera los políticos de la Comunidad!", gritaban, señalando los burladeros del callejón, que un día van a reventar, de tanta muchedumbre.

Pero lo que más se oía en el fragor de la protesta era lo de ¡Mucha caraaa!. La gente se daba cachetes en las mejillas y Don Mariano se los dió con tanta contundencia, que de poco se priva. Nadie podía entender por qué el presidente, a despecho de sus obligaciones, ahorraba a la empresa un toro, cuando por taquillas había entrado una millonada, y mantenía en el ruedo al inválido, para vergúenza de la propia fiesta.

Luego salió Roberto Domínguez y engrosó el grupo de los denostados, porque se puso a sobajearle derechazos al inválido, aprovechando que era además borrego y alguien aplaudía. No le dio unos cuantos, sino docenas; no buenos, sino relamidos, adelante el pico, y aún paseaba marchoso tras cada tanda, igual que si estuviera cuajando la faena de su vida. Estos toreros sin torería que hacen desprecio de las justas protestas del público, son cartilleros antes que intérpretes del arte de torear y tienen ganado a pulso que la afición les relegue a la categoría de los del montón.

La faena de Domínguez al segundo de la tarde, también protestado porque apenas tenía trapío, fue voluntariosa y reposada, pero entre que el torete embestía corto y el torero no se quedaba donde debe quien ejecuta a conciencia las suertes, apenas ligó los pases. Agotado el toro, pretendió que le embistiera dándole bofetadas. A buenas horas un toro de casta iba a consentir que le dieran bofetadas.

Los de Curro Vázquez, por ejemplo, no lo habrían consentido. Esos toros embestían con la seriedad propia del toro -encastado y Curro Vázquez, además de que no intentó abofetearlos en ningún momento, tampoco se fió de su nobleza aparente, y aunque iniciaba con buenos propósitos el toreo clásico, se arrepentía de inmediato y sus faenas se convertían en un ajetreo de pasos atrás y enganchones múltiples.

No hubo justificación para tantas precauciones. Víctor Mendes, sin ir más lejos, tuvo un primer toro incierto, de los que echan la cara arriba, y estuvo consintiéndole las agresiones con mucho pundonor. Víctor Mendes es torero pundonoroso, lo tiene demostrado. En cambio, el toreo de muleta no acaba de entrarle en la cabeza, y quizá por este motivo desaprovechó las nobles embestidas del sexto. Ayer se manejó mejor con el capote, y en el tercio de banderillas continuó siendo el especialista en la materia que reúne los pares con mayor autenticidad.

Don Mariano se puso a explicar la corrida a la salida, como acostumbra, pidió a Don Sabino que le hiciera de toro, y Don Sabino se arrodilló. Tuvieron que salir corriendo, porque el corro de espectadores les amenazaba con los paraguas y les gritaba ¡Mucha caraaa, mucha caraaa!.

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