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Aparecen los primeros volúmenes de la 'Enciclopedia de Historia de España'

Miguel Artola ha dirigido un equipo en el que están representadas las principales escuelas metodológicas

La redacción de una enciclopedia de historia revela no sólo lo que so sabe", sino también "lo que no se sabe"indicó a este periódico el catedrático de Historia Contemporánea Miguel Artola, director de la Enciciopedia de Historia de España (Alianza Editorial) cuya primera parte (tres volúmenes) se presenta hoy en Madrid. Estos primeros libros, sobre siete, constituyen una historia de España según temas como El sector financiero, por ejemplo, o sociedad y conflicto social .Seguirán sendos diccionarios de biografías e instituciones, y una tercera parte de cartografías, atlas históricos, genealogías, cronologías, índices de fuentes y otros instrumentos para historiadores.

La historia temática de España, primera parte de la enciclopedia, viene a constituir una radiografía del conocimiento histórico sobre determinados campos, y en algunos casos se revelan ciertas lagunas -no de los redactores de estos ensayos, sino del conocimiento sobre ciertas épocas- explicó Artola. Esta parte ha sido redactada por 27 especialistas en otros tantos temas.Es poco conocido por ejemplo el otro imperio, es decir el imperio español en Europa, y los historiadores españoles se han ocupado sobre todo de las guerras y poco más. Si bien existe una bibliografía extranjera sobre ese tiempo, está escrita desde otra óptica que la visión global de historia española que tiene el especialista nacional. "El ocupante (no forzosamente conquistador) se apropia de toda la historia de un territorio", comenta Artola.

Otros ejemplos: los británicos conocen bien la historia de su ejército, pero en España se ha estudiado sobre todo la de la intervención del ejército en la vida civil. Matices similares se pueden hacer con la historia de la iglesia.

Si la primera parte de la enciclopedia pretende cubrir la historia desde sus temas estratégicos -de la hacienda a la literatura, de la agricultura al pensamiento-, la segunda será un diccionario que no pretende ser exhaustivo; no se planea llegar a las varias decenas de volúmenes de un diccionario equivalente de la historia de Inglaterra. Cientos de personas participan en la redacción de estos dos diccionarios -de biografías y de instituciones: esto es, "todo lo que no son biografías"- que serán presentados presumiblemente el próximo curso, al igual que los dos libros finales.

Quién figura en la historia

Las voces de esa segunda parte pueden ocupar un cuarto de página, media o una entera, según su importancia, y están escritas con un criterio descriptivo, informativo y casi definitorio: sin remitir a otros conceptos. Por instituciones se entiende desde órganos de gobierno hasta hechos destacados -por ejemplo Lepanto-, desde conceptos teóricos hasta ciertos títulos de la deuda. Cada miembro del equipo inicial de especialistas elaboró un listado de personas y temas que a su juicio deberían figurar en estos diccionarios. Luego se comprobaron las duplicaciones, es decir los personajes o temas propuestos por más de un especialista, y se procedió a distribuir las voces y a restar otras hasta conseguir las dimensiones pensadas.La tercera parte pretende incluir desde la lista de los reyes godos hasta las de los gabinetes de ministros, que en ocasiones no son nada fáciles de reconstruir. Aún está por decidir el contenido exacto de estos libros, aunque es previsible que incluyan estadísticas bastante completas sobre población, atlas históricos, una cronología de unas 200 páginas dividida por temas, una parte dedicada a la prensa como fuentes histórica, índices de fuentes bibliográficas y relación de bibliotecas accesibles, etcétera.

Se ha pretendido que en la redacción de la Enciclopedia de Historia de España esté representado el abanico más amplio de escuelas metodológicas y corrientes de pensamiento, según dijo Artola. Comentó que el buen historiador se propone, entre otras cosas, crear obras que difícilmente puedan ser utilizables políticamente. A su juicio, cada individuo tiene ciertas imágenes históricas que llegan a determinar su comportamiento. La conciencia de ello puede constituir para determinados historiadores un problema de conciencia.

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