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Buques nucleares y democracia: o lo uno o lo otro

En los puertos españoles fondean buques extranjeros con armas nucleares. Ningún argumento justifica la pasividad del Gobierno ante esta situación que incumple las condiciones del referéndum OTAN, según el autor.

"Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en España" (segunda condición del preámbulo de la pregunta del referéndum sobre la OTAN, de 12 de marzo de 1986). Se entiende, ¿no?¿Cómo es posible que el Gobierno tenga la sensación de que está cumpliendo esta condición cuando en los puertos españoles fondean o atracan frecuentemente barcos y submarinos dotados de armamento nuclear? ¿En qué sibilinos argumentos se apoya para hacer creer a los ciudadanos que la presencia de armas nucleares en nuestros puertos no se contradice con lo expuesto en esa segunda condición del referéndum?

Primer argumento. La US Navy y la Royal Navy utilizan la estratagema de ni confirmar ni negar la presencia de armas nucleares a bordo. Dicen que se ven obligados a hacerlo así para su seguridad (que no tiene por qué coincidir con la del país donde atracan o fondean), pues al no dar información sobre su cargamento bélico confunden y disuaden al enemigo, es decir, a la Unión Soviética. Esto es falso. Después de ellos mismos, quienes más saben sobre lo que hay en sus buques son los soviéticos. Y viceversa, por supuesto. Además, sería mucho más disuasorio decir con toda claridad que hay armas nucleares. Según su propio criterio, para disuadir, cuantas más, mejor.

¿Para qué, pues, m confirmar ni negar la carga nuclear? Evidentemente, para poder librarse de las leyes de países en principio no nucleares, como Australia, Dinamarca o España, y evitar protestas del movimiento por la paz.

El Gobierno español ha cedido la soberanía de todos los ciudadanos al aceptar la arrogante postura de las navies nucleares. Sus barcos son los únicos que no pasan aduana (los de Greenpeace suelen tener muchos más problemas en los puertos españoles, y puedo asegurar que no llevan armas nucleares). Y está tan dispuesto a hacerlo que no le importa hacer la vista gorda con lo que votaron los españoles.

El abuso de la lengua

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Segundo argumento. El ingenio lingüístico consistente en decir que las estancias de buques con amas nucleares no puede considerarse introducción, sino tránsito. Navegan por aguas españolas, entran en puerto, están 5, 7 o 10 días (en Palma de Mallorca, en 1987, llegó a haber barcos y submarinos nucleares durante un total de 286 días), pero no las introducen, sólo las transitan.

Como ejercicio intelectual no está mal, pero la realidad es distinta. Recordemos que en la historia de la fisión nuclear ha habido más accidentes en el mar que en tierra. Casi lo hubo el 31 de diciembre de 1985 en Palma cuando el submarino nuclear de ataque Narwhal perdió el ancla en medio de un temporal y estuvo a punto de encallar. En los puertos españoles ni siquiera hay planes de emergencia nuclear, que aunque no evitan accidentes pueden paliar sus efectos catastróficos. Recordemos también que las escalas de los buques nucleares en nuestros puertos son una contribución española a la carrera de armamentos nucleares que amenaza la supervivencia de la humanidad (¡y que nadie diga que se trata de la literatura dramática pacifista; es una maldita posibilidad!). Y el último, recordemos: cuando los españoles votaron en el referéndum dijeron que no querían armas nucleares. Y eso hay que cumplirlo. Sobre todo ha de cumplirlo quien lo puso como condición. El Gobierno utiliza la arrogancia en forma de finura semántica contra la voluntad manifestada democráticamente por los ciudadanos de este país en el referéndum sobre la OTAN. No haría falta ser nada arrogante, sólo demócrata consecuente, para utilizar lo establecido en esa condición del referéndum para comunicar a las armadas con barcos nucleares que no pueden atracar ni fondear en puertos de soberanía española.

El Gobierno no se atreve a preguntar si estos buques llevan armamento nuclear. Con algo más de dignidad, y por preguntar, David Lange, primer ministro socialdemócrata de Nueva Zelanda, ganó las elecciones el año pasado. Después de dos años sin escalas-tránsito-introducciones de buques nucleares, la Unión Soviética todavía no ha invadido Nueva Zelanda. Por no preguntar, la oposición socialdemócrata ha hecho caer al Gobierno conservador de Dinamarca, viéndose obligado a convocar elecciones para el mes de mayo, tan sólo ocho meses después de los últimos comicios.

Tercer argumento. No es posible que el Gobierno socialista no sepa qué buques de guerra llevan armamento nuclear y cuáles no. Se puede consultar a la Armada española. En cualquier caso, Greenpeace dispone de una lista de todos los buques y submarinos del mundo con armas nucleares. Un listado de barcos y sus capacidades que ha elaborado el Instituto de Estudios Políticos de Washington con datos del Pentágono. Si lo quieren, se lo pasamos. Son unas 100 fotocopias.

Un comandante de un navío de guerra norteamericano, por ejemplo, aunque ni confirme ni niegue el cargamento nuclear de su barco, dirá orgulloso que su barco is operational, ¡t is ready. Evidentemente: con el alto grado de conflictividad del mundo, disponiendo de 9.347 cabezas nucleares navales y de 278 buques y submarinos capacitados para dispararlas, basando su política en el armamento nuclear y manteniendo un despliegue propio de tiempos de guerra, ¿cómo no van a llevar sus armas nucleares a bordo?

El Gobierno español piensa saltarse a la torera la decisión tomada por los ciudadanos de este país en 1986. Además pretende hacemos creer que con su actitud está cumpliendo las condiciones del referéndum. Es una cuestión de voluntad política: o barcos nucleares, poca soberanía frente a las armadas extranjeras y arrogancia hacia los ciudadanos, o democracia.

Nicolau Barceló es coordinador de la campaña de desarme de Greenpeace-España.

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