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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La huelga de profesores

Hay patrones y patrones. Mientras que el Ministerio de "Justicia defiende que registradores y notarios mantengan sus privilegios" -copio titulares de la primera página de EL PAÍS del lunes 26 de abril-, el Ministerio de Educación, lejos de enfrentarse con el de Hacienda, acuerda con éste que lo que piden los funcionarios docentes de básica y medias -una homologación con otros funcionarios de igual nivel, no privilegios- es más de lo que se les puede dar.Yo sabía ya que mi patrón, el Ministerio de Educación, no se preocupaba demasiado por nosotros, porque si no, no se explicaba el que en su día no se hubiese opuesto a que el de Hacienda aplicase la nueva regulación de las pensiones de jubilación a aquellos "funcionarios docentes que, a pesar de haber dedicado prácticamente toda su vida a la docencia, por circunstancias históricas determinadas no accedieron a la función pública en las edades habituales", como argumentaba la enmienda presentada sobre este asunto a la última ley de presupuestos por el Grupo Socialista en el Congreso.

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Lo más grave del caso fue que la inmensa mayoría de los profesores más jóvenes tampoco reaccionaron cuando vieron que, atropello de derechos adquiridos o frustración de expectativas, la Ley 50/1984 significaba el que algunos de sus compañeros se fuesen a jubilar en condiciones dramáticas, y que los sindicatos, quizá porque siendo en ellos mayoritarios los maestros y porque a éstos no les afectaba negativamente la nueva ley, prácticamente no quisieron ni quieren saber nada de unos cuantos cientos de profesores de instituto que, a pesar de la adicional 19 a la ley de presupuestos de este año, siguen jubilándose con pensiones drásticamente rnermadas.

Al final del tiempo de trabajo es triste comprobar que los propios compañeros, los sindicatos y el patrón dan tan poca importancia a lo que uno ha hecho. Y que, si está representada por ese señor de Lérida cuya carta escogía EL PAÍS para publicar el día 26 de abril, la sociedad piensa lo que piensa de la enseñanza, es decir, de la tarea a la que uno dedicó toda su vida.

No faltan motivos de tristeza en esta sociedad torva e insolidaria que, también eso es cierto, los enseñantes no hemos podido o sabido contribuir a hacer mejor. Y así nos paga.- Profesor agregado de bachillerato.

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