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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Tópicos

Siempre que leo algún reportaje sobre Canarias encuentro salteados típicos tópicos que con su obligada alegría folclórica ocultan problemas de fondo muy serios.Así me ocurrió con el artículo dedicado a la isla de la Gomera el domingo 31 de enero - 15 de febrero en EL PAÍS, Edición Internacional-, en el que se trata de la presencia extranjera en la isla, en especial, la del benefactor noruego Fred Olsen, que posee casi una sexta parte de su superficie, y la de los inversores alemanes y austriacos.

Parece evidente que el descenso demográfico de la Gomera es consecuencia de la falta de expectativas económicas para la población, y no cabe duda que la presencia extranjera ha beneficiado el futuro de trabajo. Sin embargo, hay que pensar el asunto a largo plazo y no dejarse alucinar como ojos de recién nacido. Sabemos que los alemanes son dueños de grandes fincas en todas las costas a las que se puede llegar por carretera y que hasta ahora es imposible cuantificar sus inversiones debido a que no existe un seguimiento global del desarrollo turístico y de la propiedad del suelo.

Por tanto, es necesario que las autoridades competentes establezcan un criterio inteligente de explotación del terreno enfocado a un turismo de elite y subordinado a un riguroso respeto del medio ambiente.

Desearía evitar a los gomeros la incómoda situación y el bochornoso espectáculo que hace tiempo sufrimos en Gran Canaria: el sentirnos extranjeros en nuestra tierra cuando vamos el fin de semana a unas playas rodeadas de construcciones con las que no nos podemos identificar, y la visión de un litoral vergonzoso -sin duda, el peor del archipiélago y uno de los peores de España-, tan deplorable que ya hoy peligran los últimos reductos costeros de color local -léase, Agaete y Veneguera.

En definitiva, sería perfecto tener grandes inversores paisanos, pero mejor aún contar con una planificación que haga revertir en los habitantes de nuestras islas el máximo beneficio del negocio turístico, recibiendo a pocos pero ricos extranjeros, que es decir conservando nuestros paisaje y entorno tal y como nos identifican. Si ello fuese así, vengan inversores de donde vengan.-

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