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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Pérdida de sustancia

Jor Orton estrenó esta comedia (Entertaining Mr. Sloane) hace 24 años; se hizo en España hace 13, en una versión moderada de Natividad Zaro, y vuelve ahora en otra de Pedro Civera, que entonces y ahora hace en ella el mismo papel como actor.Pasó el tiempo: lo que entonces fue cruel, amargo, audaz, dominado por lo que los ingleses llaman innuendo, o una forma de reducir lo tremendo a lo cotidiano, o la colocación de un velo de normalidad sobre lo atroz, pierde fuerza. Queda la dureza de la explotación del marginado, su subasta, su conversión en objeto sexual; quedarla más bien si la realización y la interpretación de la obra consiguieran ese tono secreto, esa misteriosa proyección de seres y situaciones que inventó el autor. No pasa. Probablemente la comedia vuelve por ese reflujo del teatro que está llevando a todos a traer acá el pasado; sobre todo por la reciente atracción de un libro y de una película, Prick your ears -que en pudorosa traducción literal se llamó aquí Ábrete de orejas-, en la que se contaba la penosa y sangrienta vida y muerte del autor. Un morbo añadido.

El realquilado

De Joe Orton (1964). Versión de Pedro Civera. Intérpretes: Juba Martínez, Luis Prendes, Pedro Civera y Miguel Ortiz. Escenografía de Amadeo Sans. Dirección: Ángel García Moreno. Reposición. Teatro Marquina, 12 de abril.

Por esa vía, la obra se convierte en una especie de comicidad negra, como si tuviera reminiscencias de un cierto Mihura que hubiese sido valiente, o de un Jardiel que hubiera sido pensador.

El director, Ángel García Moreno, ha llevado a sus intérpretes, especialmente a Julia Martínez, que ganará en público y risas lo que pierde en desentrañamiento de la obra. Pedro Civera es el que mejor parece entender su papel, aunque a veces, envuelto en su abrigo negro, pálido y misterioso, parezca Marlene Dietrich.

El público río más en la primera parte; en la segunda, la dureza y la crueldad trascendieron por encima de la máscara de la comedia, a pesar de la intención de todos, y hubo un cierto enmudecimiento.

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