Los grandes nombres de mañana, en el festival de Murcia
ENVIADO ESPECIALCada año, el Festival Internacional de Jóvenes Orquestas, a la vez que reúne grupos y formaciones más o menos amplias venidas de distintos puntos de Europa, convoca una serie de concursos que esta vez han estado dedicados al violín, el violonchelo y la composición. Se han repartido el premio violinístico dos excelentes artistas: la alemana Bettina Kuss y el rumano Catalin Bucatanu, ambos residentes en San Sebastián, de cuyas orquestas forman parte destacada. La Chacona, de Bach, tuvo en la Kuss una intérprete de técnica y estilo muy sólidos a pesar de su extremada juventud. Como obra libre lució su ambición y sus posibilidades en el Concierto número 2 de Béla Bartók, en tanto el participante rumano mostró su naturaleza no sólo musical sino instrumental en una página que le conviene de modo particular, como es la Tzigane, de Mauricio Ravel.
En violonchelo fue ganador indiscutible el germano Martin Lihr, que nos visita con la Orquesta Albert Schweitzer, de Hamburgo, y al que antes de las pruebas habíamos escuchado una soberana versión del Concierto en do de Haydn. Sus pruebas en la competición no sorprendieron, y el joven intérprete dio cuenta de lo que de él se esperaba, que es mucho.
Diecisiete partituras
Diecisiete partituras (italianas, francesas, alemanas, suizas, japonesas y españolas) obedecieron la llamada del concurso de composición, cuyo nivel de calidad, salvo alguna excepción, ha sido de considerable altura profesional. Pero sobre lo bien hecho se advirtió ese algo más que convierte en arte la mera profesionalidad. Decidido por unanimidad el premio de 200.000 pesetas y el estreno de la obra en el próximo festival, la apertura de las plicas reveló el nombre del autor: Alberto García Demestres (Barcelona, 1960), cuyos últimos triunfos -en el dominio instrumental y en el dramático- le distinguen día a día como una fuerte e imaginativa personalidad de su generación (la de 1961). La pureza de escritura, la flexibilidad del discurso, la intuición vocal en la parte solista de viola -que se materializa al fin en unos compases cantados-, el juego de las dinámicas, la claridad del tejido sonoro, la valorización de todos y cada uno de los instrumentos, las exactas proporciones hacen de Recuerdo algo muy bello.Lo es en alto grado, al decir de sus intérpretes -que forman la Orquesta Internacional 1988, dirigida por Mauro Cecantti-, la Antífona para violín, violonchelo y cuerda, de Ramón Barce, cuya evolución última circula por vías de una gran depuración conceptual y de lenguaje.
La Orquesta del Conservatorio de Lyón, por su parte, con René Clement al frente, ha rendido homenaje a Olivier Messiasen, el maestro decisivo de Aviñón, en el 80º aniversario de su nacimiento.
Babelia
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