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Reportaje:LA REESTRUCTURACIÓN DE LA DERECHA FRANCESA/ 2

Tras la polarización, el partido unificado

Después de las elecciones presidenciales se acelerará la recomposición del mapa conservador

Lluís Bassets

La elección presidencial del 24 de abril y el 8 de mayo próximos llevará a una recomposición de la derecha francesa. Dos proyectos empiezan a perfilarse: la formación de un gran partido conservador que englobe a la actual mayoría y arañe sectores del Frente Nacional y la aparición de un pequeño bloque centrista susceptible de una política de alianzas independiente a partir de la ruptura interna de la Unión para la Democracia Francesa (UDF), la gran confederación que ha participado con la Asamblea para la República (RPR) en el Gobierno.

En los flancos de la mayoría es donde se jugarán estas dos alternativas. Los puntos de referencia son el Frente Nacional, en la extrema derecha, y el Partido Socialista, en la izquierda. Sólo la elección de Raymond Barre, el candidato de la UDF, podría significar un freno al proceso de unificación y fragmentación que conmoverá el mapa político actual.Con Chirac o con Mitterrand en la presidencia, se intentará la creación del partido unificado, principalmente en asociación al Partido Republicano (UDF), pero con el riesgo de que se descuelgue un fragmento centrista propenso a aliarse a los socialistas. Pero el principal condicionante para la derecha será el comportamiento electoral del Frente Nacional, acreditado por los sondeos como capaz de conseguir un 11% de los sufragios.

El crecimiento del Frente Nacional coincide con el despliegue de la política de los socialistas en el poder entre 1981 y 1986 y consigue su consagración electoral con las elecciones legislativas de marzo de 1986 y su entrada en la Asamblea Nacional con grupo parlamentario propio. La clave de su éxito, que no dejan de subrayar los conservadores, fue la imposición por los socialistas del escrutinio proporcional.

El peso sociológico del Frente Nacional ha drenado el electorado potencial del RPR de Jacques Chirac, que en la actual campaña electoral se ve obligado a seducir y a dirigir guiños constantes hacia los votantes de la extrema derecha. El ministro del Interior, Charles Pasqua, es el neogaullista que recoge votos lepenistas con sus duros discursos sobre el orden público, el terrorismo y la inmigración ilegal o clandestina. Le Pen contrarresta estas operaciones de seducción de sus electores asegurando que no piensa llamar a votar ni por Barre ni por Chirac en la segunda vuelta, si no hay contrapartidas. Para el Frente Nacional, el ideal de estas contrapartidas es su entrada en el Gobierno.

El gran partido conservador proyectado por Chirac quisiera engullir, a través del voto útil, a los electores lepenistas. Los propios diputados del Frente Nacional están siendo cortejados intensamente por los chiraquistas para que se unan al RPR. En la idea de Chirac, la desaparición del Frente Nacional, a través de la absorción y de su disminución electoral por el voto mayoritario en las legislativas, es una condición impresicindible para el proyecto de partido conservador.

Minas en el centro

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En el otro flanco de su espacio político, los conservadores tienen que enfrentarse al campo centrista minado por los socialistas más moderados y por el propio Mitterrand, al presentarse como candidato de unidad dispuesto a buscar una nueva mayoría sin disolver la actual Asamblea Nacional.

La medida de los propósitos de la derecha la dan las reacciones ante dos posibilidades: la de la cohabitación y la del Gobierno de centro-izquierda o de apertura socialista al centro.

La cohabitación, aunque está prácticamente excluida en cualquiera de los casos, podría producirse si Mitterrand venciera y decidiera, a riesgo de las divisiones en su propio campo, nombrar un primer ministro conservador. El ministro de Comercio chiraquista, Michel Noir, manifestó que estaría dispuesto a aceptar el reto si se produjera, pero tuvo que rectificar inmediatamente ante la regañina de Jacques Chirac.

El Gobierno socialista de apertura al centro suscita todavía mayores inquietudes en las filas conservadoras. La respuesta del RPR a los intentos de seducción socialista hacia el centro es el cierre de filas. Ni cohabitación ni centro-izquierda. Charles Pasqua anunció que si vence Mitterrand su partido votará sistemáticamente contra el Gobierno que intente formar el nuevo primer ministro hasta obligarle a disolver la Asamblea Nacional.

Se dibujan los tres mapas políticos correspondientes a cada uno de los tres grandes candidatos. Con Chirac, la polarización entre conservadores y socialistas. Con Barre, el mantenimiento de los difíciles equilibrios actuales. Con Mitterrand, el recentramiento de la vida política francesa y la aparición de una tendencia a organizar un centro bisagra.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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