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LAS VENTAS

El toro entero y verdadero

El toro, que no es como salió en las pasadas fallas de Valencia, es como salió ayer en Las Ventas. El toro de las pasadas fallas de Valencia se parecía al toro de ayer en Las Ventas como una chirimoya a un bacalao. El toro de ayer en Las Ventas lo era, entero y verdadero, desde las astas -leña abundante y curvada que acababa en punta buida- hasta la culata poderosa, pasando por unos corpa arriba en la cúpula del morrillo esférico, por abajo en el amplio abanico venteante de la papada. Y no se caían, ninguno se caía; incluso el tercero, que estaba cojitranco de los remos traseros tampoco se cayó para .nada, nunca jamás. En cambio el toro de las corridas falleras no estaba entero porque le faltaba de todo -desde las astas mochas a la culata birria, pasando por el resto del body-, ni era verdadero, pues se caía redondo aunque no estuviera cojo.La referencia no es ociosa porque lo que hubo en la feria fallera pareció un alarmante indicio de lo que podría ser la temporada y además el taurinismo justificaba la borregada argumentando que su debilidad se debe a una crisis general de casta en la ganadería de bravo y sus desmochados pitones, a comezón, que alivian los toros rascándoselos en las piedras. Lo de ayer en Madrid les quita la razón. Se sospechaba que, como sucedió en la temporada anterior, en Madrid sería distinto. Lo fue. La fiesta de toros en Madrid y la que se ve en muchas plazas de por ahí, también se parecen lo que la chirimoya y el bacalao.

Pasquan / Jiménez, Durán, Oliva

Toros de Juan Pablo Jiménez Pasquau, de gran trapío, astifinos, mansos y broncos. Pepín Jiménez: dos pinchazos -aviso con retraso-, otro pinchazo, media estocada caída, rueda de peones y descabello (silencio); media estocada caída y rueda de peones (silencio). Curro Durán: cinco pinchazos, bajonazo descarado y rueda de peones (protestas); pinchazo bajísimo y bajonazo escandaloso (bronca). Emilio Oliva: bajonazo (división y saluda); bajonazo escandaloso (ovación y saludos).Plaza de Las Ventas, 27 de marzo.

Los torazos de Jiménez Pasquau, lidiados ayer en Madrid no padecían comezón en los cuernos y los sacaban tan astifinos que daban miedo. Daban miedo desde el tendido, de manera que desde el ruedo sería angustioso. Y, para acentuar la inquietud, los torazos de Jiménez Pasquau resultaron malos; mansos, y sobre mansos, broncos, y sobre broncos, duros. Reservones, peleaban a la defensiva y no se querian caer; ni el cojo. Malos tragos pasaron los diestros y el toreo exquisito fue entre difícil e imposible.

Con todo, Pepín Jiménez, a fuerza de porfiar y obligar, de medir los terrenos y consentir -y, desde luego, de torería- ligó en su primero dos excelentes tandas de naturales, que hicieron crujir en los tendidos el ¡ole! de las grandes solemnidades. Por el contrario, al incierto cuarto hubo de aliñarlo, según era propio.

Emilio Oliva muleteó bullídor con el tercero y valiente con el sexto. Trascendía que estaba dispuesto a pasárselos como fuera, sin advertencia de estilizar las suertes, porque los torazos astifinos embestían cortos y sin fijeza. Lo agradeció el público y hasta pudo cortar una oreja del sexto, pero no le dejaron ni dar la vuelta al ruedo, porque lo mató de horrendo bajonazo.

Para bajonazos horrendos, sin embargo, los de Curro Durán. Discípulo aventajado de la escuela de volapié que tiene por lema "Todo es toro", mechaba la bajera lateral de los bovinos, y tenía su mérito pues, al tiempo, huía de ellos, y para acertar el mandoble componía complicadas piruetas. Con menos se han herniado otros. De lidiar, se abstuvo, y asumió su tarea el peón Alcalareño; de construir faenas también, y tanto absentismo laboral encrespó a la afición. El toro entero y verdadero le venía fisicamente largo y pasíquicamente ancho a un Curro Durán que no atraviesa su mejor hora.

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