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La República Federal de Alemania reafirma su voluntad de crear un banco europeo

El canciller alemán occidental, Helmut Kohl, dio ayer un espaldarazo a la creación de un banco central europeo y aseguró que su Gobierno tenía la intención de "participar activamente" en su puesta en pie. Después de haberse mostrado reacios a esta iniciativa, los responsables de la República Federal de Alemania han multiplicado estos últimos tiempos los comentarios favorables al proyecto.

Con motivo de un coloquio celebrado en Bonn sobre la creación del mercado único europeo previsto para 1993, el canciller recalcó que "sólo realizaremos la unión política de Europa si nos dotamos de una moneda común y de un banco central europeo". "El Gobierno federal", añadió, "tiene la intención de participar activamente en esta evolución".Pero la visión del banco central expuesta por Kohl difiere de la francesa formulada por el ministro de Economía galo, Edouard Balladur. Para el canciller, el futuro banco debe ser "independiente" de las demás instituciones comunitarias y "hacerse cargo de la responsabilidad" de la moneda común europea, "controlar su circulación y garantizar su estabilidad".

El primer síntoma del apoyo alemán a la sugerencia de Balladur fue dado por el titular de Exteriores, Hans Dietrich Genscher, en un discurso pronunciado ante el Parlamento Europeo poco antes de que enviase a sus homólogos un memorándum sobre él tema que la actual presidencia alemana de la CE incluirá en el órden del día de la cumbre que los jefes de Estado y de Gobierno de los doce celebrarán en junio en Hannover.

El último bastión de resistencia al proyecto en la RFA cayó cuando la semana pasada el presidente del Banco Central alemán, Karl-Otto Poelil, afirmó que eran "muy injustas" las acusaciones que se le hacían de obstaculizar la cooperación monetaria e invitó a reflexionar sobre la propuesta de París advirtiendo, sin embargo, que "sería muy difícil llevar a la práctica tal concepto" porque implicaba importantes abandonos de soberanía nacional.

Poehl coincidía aquí con Kohl sobre el carácter independiente de la institución., algo imposible de conseguir si los representantes en el banco de varios Estados miembros reciben sus órdenes de sus respectivas capitales. París, Londres, Roma y Madrid indican la política a seguir a sus bancos centrales, mientras Bonn y La Haya les dejan total libertad.

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