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Entre el 'ring' y la literatura

Timothy Mo, autor británico de origen chino, presenta en España una novela sobre la guerra del opio

Timothy Mo nació en Hong Kong el 30 de diciembre de 1950. Su padre, de origen chino, y su madre, inglesa, se divorciaron pronto y él viajó al Reino Unido, donde se ha formado. Es británico y así se considera. Estudió historia en Oxford, donde también practicó el boxeo, y actualmente compagina la escritura de novelas con los comentarios de combates pugilísticos en el Boxing News. Su tercera novela, Una posesión insular, es la que le ha lanzado a la fama. Al decir de los críticos sajones, tiene todos los elementos para ser un éxito de ventas y además está bien escrita.

Mo, que mañana presenta su libro, publicado en España por Edhasa, en Madrid, y el jueves en Barcelona, vive en un pequeño apartamento en el centro de Londres. En el comedor, una gran mesa se halla atestada de papeles manuscritos, los de su próxima novela. "Estoy escribiendo sobre un hombre que es un héroe y que realmente lo es, ¿entiende lo que le quiero decir?. La novela moderna trata sobre un hombre que es un héroe, pero luego resulta que no lo es, yo estoy haciendo algo que no está de moda. Él es realmente un héroe, y admirable, y la historia está contada por el Judas de ese hombre. Discurre en los últimos 10 años en una isla tropical que ha tenido una revolución y luego ha sufrido una invasión. He escrito unas 20.000 palabras. Será más corta que la última y la habré terminado en 18 meses".Más corta es casi obligado, porque Una posesión insular tiene más de 640 páginas que, seguramente, habrán cubierto el ansia de Mo quien, ya de pequeño, había "querido escribir novelas. Creo que la mayoría de escritores sabe que va a serlo desde los 12 o 13 años. Un escritor comienza como lector y quiere reproducir en otros el impacto que los libros le causan. Mucho antes de entrar en la universidad sabía que iba a ser un novelista".

La novela, para Mo, es "una forma mejor de interpretar el mundo que la historia o la economía. Creo que la novela complementa otras formas de ver el mundo, no las reemplaza, uno no puede aprender sobre el mundo leyendo literatura, tenemos las noticias por la televisión, por los periódicos, y luego vamos más allá leyendo un libro de análisis histórico, de economía, o algo así, pero la ficción puede dar vida a grandes movimientos, lo que hace la ficción es hacer comprensible un gran drama, porque se fija en la persona humana individual y así lo hace comprensible. Esa es la justificación de la literatura para mí. Alguien dirá que la literatura es un lujo, que es fantasía, un escaparse del mundo, pero yo creo que explica el mundo. Eso ocurre con los escritores buenos, quiero decir, los muy buenos. Uno no puede entender el mundo actual con solo leer obras de historia o el periódico, hay que leer a V. S. Naipul o García Márquez o alguien así para entenderlo en su totalidad.

La novela, histórica

La mayoría de los críticos ha señalado que su obra es una novela histórica, pero él se muestra en desacuerdo: "Si uno quiere escribir una novela que hace justicia total al pasado, lo que ha escrito es una novela inferior del siglo XIX, y entonces sólo estaría compitiendo con Dickens o con Thackeray. Lo que yo quiero hacer es que parezca una novela del siglo XIX, pero que también hable del mundo moderno. Lo que he hecho es poner ideas del mundo moderno en esta novela, expresadas con. el lenguaje del siglo pasado. Es una investigación sobre el principio de nuestro mundo actual, del principio del periodismo. La obra trata del periodismo, de la forma periodística de ver el mundo que le desarrolló en ese período en Gran Bretaña y en América; sobre la fotografía, que es una forma de representar el mundo única en los últimos 150 años. La mayoría de las novelas históricas no me gusta porque no le hacen justicia al pasado".Sobre el periodismo, que practica como comentarista de boxeo, Mo tiene ideas muy claras: "No se puede existir sin él, es así como se entera uno de las cosas. En mi novela, los chinos tienen la forma periodística de ver las cosas, la forma literal, y los europeos la forma artística. Los chinos hacen preguntas periodísticas. Un personaje le da una Biblia a un mandarín y éste le devuelve una lista de preguntas: ¿Cómo era de larga la barba de Jesús? ¿Podía éste componer versos? ¿De qué longitud tenía las uñas? Son preguntas que tienen respuestas. Hay preguntas sobre el universo que no podemos responder. El periodismo se interesa por las respuestas que pide el mandarín, no tiene nada que ver con la religión que debe ser entendida de forma artística y emocional. La gente me dice que he enfocado la novela desde el punto de vista de los europeos y no de los chinos, pero eso es porque mi punto de vista no es el periodístico. En mi novela, los chinos son los periodistas".

El personaje central es el lóngevo Gideon Chase que empieza como contable en una compañía de Cantón, y termina como profesor en la universidad de Roma y escribiendo unas memorias de las que se ofrecen estractos en los que se condensa su pensamiento sobre los tres temas principales de la novela: la historia, el arte, la vida humana. Para Mo, "las ideas de Gideon son mis ideas. He intentado hacerle hablar como personaje, pero lo que dice él es lo que yo pienso".

Con todo, la novela no es, obviamente una autobiografía, ya que narra los años de la guerra del opio en el sudeste asiático y mima la ambientación y los personajes: "Creo que la verdadera prueba para el novelista está en su capacidad para salirse de sí y crear personajes fuera de sí mismo", afirma Mo. "La cosa más difícil de hacer es hacerle justicia a alguien que odias, crear un personaje de novela que odiarías en la vida real, pero la prueba de la habilidad técnica es dibujar a ese personaje de forma que a alguien le guste; la segunda dificultad para un novelista se presenta al escribir sobre alguien que no es del mismo sexo. Se es un gran novelista si se pueden hacer estas dos cosas". Él cree haberlo conseguido.

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