Shultz regresa a EE UU después de entregar a arabes le israelíes su plan de paz
El secretario de Estado norteamericano, George Shultz, regresó ayer a Washington procedente de El Cairo, después de entregar a árabes e israelíes, en una segunda e imprevista breve misión por Oriente Próximo, un plan de paz que acabe con un conflicto que dura ya 40 años. La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) dijo ayer que la propuesta de Shultz es una estratagema para frenar la revuelta popular en los territorios ocupados.
VÍCTOR CYGIELMAN, Las versiones del plan de paz de Shultz varían según las fuentes, ya que ningún texto autorizado del mismo ha sido hecho público hasta el momento. Sin embargo, cuando se comparan las versiones que han sido filtradas, se puede ver que el secretario de Estado ha presentado a los Gobiernos árabes y a Israel una sabia síntesis de posiciones que, más o menos, habían ya sido aceptadas por cada una de las partes en conflicto.Por ejemplo, ha retomado los acuerdos de Camp David y ha rebautizado el proyecto de autonomía palestina -aparentemente, a gusto del primer ministro israelí, Isaac Shamir-, y los ha denominado como "autogobierno", especificando, para tranquilizar a los palestinos, que se trata de una "solución provisional", a la espera de una negociación final de la totalidad de los problemas del conflicto árabe-israelí, incluido el problema palestino.
Por otra parte, apoyándose en los 10 puntos acordados por Hussein de Jordánia y Simón Peres el año pasado en Londres, Shultz se ha esforzado en encontrar un término medio entre la gran conferencia internacional que exigen los países árabes y la simple apertura internacional aceptada por Shamir, en la que Reagan y Gorbachov tendrían únicamente la misión de inaugurar las conversaciones directas entre Israel y Jordania. El plan de Shultz prevé un foro, o reunión internacional, que presidiría la negociación árabe-israelí sin intervenir activamente -tal y como desea Israel-, pero en el que participarían los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, entre los que se encuentra la URSS, tal y como desean los árabes.
Otro de los ingredientes utilizados por Shultz está. sacado del llamado plan Reagan de 1982, que propone la constitución de una eventual confederación jordano-palestina, pero no de un Estado palestino independiente. En este caso, Israel debería negociar con una delegación jordano-palestina en la que no intervendría la OLP, pero cuyos miembros habrían recibido la luz verde de esta organización.
El tiempo apremia
Espoleados por la continua situación de violencia en los territorios ocupados, que ha puesto en evidencia la fragilidad del momento actual, Estados Unidos considera que el tiempo apremia. He aquí el porqué: según la visión de Shultz, las negociaciones sobre la "solución provisional" y sobre el "arreglo final" deben interrelacionarse si es necesario, no sólo para evitar que las conversaciones sobre el autogobierno de los territorios ocupados se eternicen, sino también para ofrecer a los palestinos, poco atraídos por este montaje de la autonomía, una perspectiva de solución a corto plazo del problema.
La OLP quiere quedar al margen de la negociación. Su líder, Yasir Arafat, ha enviado una carta a Shultz en la que asegura de entrada que no habrá paz mientras su grupo no esté presente en la elaboración. Señala también que desea participar en las conversaciones de paz y exhorta a Shultz a la apertura de un diálogo con su grupo. Por último, observa que, a fin de evitar cualquier malentendido y eliminar las objeciones que pone EE UU al diálogo con su grupo, ya ha hecho un reconocimiento del Estado de Israel.
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