Alcaraz y el aparato central del PCE estuvieron a punto de abortar la candidatura del líder andaluz
la mayoría de los delegados asistentes al 12º Congreso del Partido Comunista de España (PCE) neutralizó ayer una maniobra del secretario regional de los comunistas andaluces, Felipe Alcaraz, y de miembros del aparato central del partido encaminada a configurar un comité central que no era el que deseaba Julio Anguita. Dirigentes del PSUC, del PCE de Madrid y numerosos miembros de la delegación de Andalucía desarrollaron la contraofensiva que desembocó en la aceptación por Anguita de la candidatura para la secretaría general.
Doce horas antes, la situación era muy distinta. A las cuatro de la madrugada, la comisión de candidaturas que discutía la lista del nuevo comité central encargó a Francisco Romero Marín Francisco Palero -secretario de organización saliente- y a Felipe Alcaraz, secretario general de los comunistas andaluces, la elaboración de una propuesta de candidatos. Una lista que, al ser votada favorablemente por los siete representantes de la delegación andaluza, infundió en los demás miembros de la comisión de candidaturas la impresión de que incluía a los dirigentes que Anguita requería para disponer de un equipo de máxima confianza en el seno del comité central.Los acontecimientos posteriores revelaron que esto no era así. Tras concluir la comisión de candidaturas sus debates, poco después de las siete de la mañana, Julio Anguita manifestaba a los medios informativos su disgusto por la composición del comité central que había previsto la comisión de candidaturas y expresaba su negativa a aceptar en tales condiciones la secretaría general. La lista oficial no incluía a varios de sus más directos colaboradores en Andalucía, entre ellos Horacio Lara y Antonio Cerrato, y excluía a destacados miembros del anterior comité central que habían defendido su elección como secretario general tales como Josep Palau, Julio Setién, Juan Francisco Pla y Santiago Álvarez. La difusión de la propuesta oficial y del repliegue de Anguita respecto de su negativa inicial a coger las riendas del partido, originó una gran inquietud, e incluso indignación, entre numerosos delegados. Poco después, el desarrollo del pleno mostraba que la candidatura para el comité central era el resultado de una maniobra del aparato central y del de Andalucía que no reflejaba ni el sentir mayoritario de la delegación de los comunistas andaluces ni del congreso en general.
Derrota de Alcaraz
La mesa presidencial, encabezada por el diputado por Asturias Manuel García Fonseca, rechazó la petición formulada por el delegado catalán Jordi Guillot para que la lista propuesta fuera devuelta a la comisión de candidaturas. Esa negativa, de manifiesta intencionalidad política aunque basada en un subterfugio reglamentista, dio lugar a un debate -en el que Rafael Ribó intervino a favor de rectificar la lista oficial, y Felipe Alcaraz en contra- y a dos votaciones sucesivas. En la primera, la mayoría favorable a devolver la candidatura a la comisión que la había elaborado fue de 290 compromisarios contra 220. En la segunda esa mayoría se amplió hasta los 340 delegados.
La delegación andaluza votó casi en su totalidad en contra de lo que acababa de defender su secretario general, Felipe Alcaraz. Los congresistas salieron de esta sesión del pleno con la creencia de que quienes estaban obstaculizando la formación de un comité central con mayoría suficiente para que Anguita pudiera dirigir con libertad el partido eran el propio Alcaraz, algunos miembros de la ejecutiva nacional saliente -como Marcelino Camacho, que intentó evitar que la mesa autorizara las votaciones anteriormente citadas-, y los miembros de las delegaciones controladas por el aparato.
Marcelino Camacho protagonizó un tenso enfrentamiento verbal con Isabel Vilallonga, dirigente del PCE de Madrid y partidaria de la "solución Anguita", a la que llamó "filibustera" y que provocó en ella una fuerte crisis nerviosa. Poco después, Camacho pidió disculpas a la diputada autonómica madrileña.
La evidencia de que estaba dividida la delegación andaluza, de la que Anguita esperaba un apoyo pleno para tomar una decisión definitiva, obligó a una reunión de todos sus componentes con objeto de desbloquear la situación de punto muerto en que había entrado el congreso. Antes de que comenzara esta reunión, Julio Anguita y Gerardo Iglesias celebraron una nueva entrevista. A las dos de la tarde, Iglesias abandonaba la sede del congreso y se dirigía a telefonear desde una cabina pública en compañía de Francisco Frutos, hasta hace pocos días candidato del aparato del partido para la secretaría general.
Mientras tanto, la delegación de Andalucía se reunía en una sala a puerta cerrada. Allí quedó de manifiesto que la propuesta de comité central realizada por Alcaraz no reflejaba el sentir de los delegados del PCA. En un ambiente cargado de emotividad, Anguita reiteró su deseo de no hacerse cargo de la secretaría general del partido en las condiciones a que se le obligaba. Pero las intervenciones de los asistentes reclamaron que se pronunciara sólo después de que la opinión mayoritaria quedara reflejada en una votación.
Tras escuchar a sus compañeros, Anguita explicó con absoluta claridad los graves obstáculos políticos con que tropezaba para asumir la secretaría general del partido e identificó tanto a los sectores que habían trabajado en contra de su candidatura como los que le habían presionado para que aceptase.
Emoción
Pese a la tesis contraria de varios hombres de confianza de Alcaraz, la votación se llevó a cabo. Alcaraz abandonó la sala y el resultado fue un rotundo apoyo a Anguita para que incluyese en la propuesta andaluza para el comité central a los candidatos que considerase conveniente. Al comprobar la confianza que en él depositaban sus compañeros, el líder comunista andaluz no pudo evitar que la emoción aflorase en sus ojos. Para preservar la intimidad de Anguita en esos momentos, sus compañeros le sacaron de la sala por la escalera de incendios. Alcaraz se congratuló en declaraciones previas al pleno de la tarde de que Anguita fuese ahora "el secretario general de todas la-s sensibilidades del partido, las de izquierda, las de centro y las de derecha".
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