Ex Cordobés
Aquella España que se soltaba el flequillo, aquella España de los fragantes y fraguistas 60, aquella España de los 25 Años de Paz, el grafismo penúltimo del gran Julián Santamaría aquella España de IgnacioYraola (trabajo sobre la trabajada madera), aquella España de la sonrisa mordiente y mordaz, excesiva de dientes y energía, aquella España encaudillada y feliz de Manuel Benítez, muere tal que hoy, cuando el Cordobés dice adiós, a Villaverde lo jubilan, la Señora se muere y Rossanna Yanni me da dos besos marchitos (como flores del libro de su vida) en el Pryca de nuestro pueblo.
A Manuel Benítez le han hecho un cartel muy bonito, tirando a retro, para su última corrida, a beneficio de la Cruz Roja, en Córdoba, el 30 de abril, que es su despedida de los ruedos. Con Franco éramos más listos. Contra Franco éramos más listos. Manuel Benítez ya no es más que el ex Cordobés. Yo le visitaba en su casa de Doctor Esquerdo, y. teníamos en torno un fragor de guitarristas, palmeros, botas de vino hechas por "los zapateros del vino" y mujeres, muchas mujeres. Ahora que el tardo / tardo/franquismo se extingue (lista incompleta de damnificados que anoto más arriba) hay que decir que la alegría y la risa de los 60 no fueron una realización-del-Régimen, sino todo lo contrario: una primera respuesta de la sociedad española, tan enfeudada en los 40 / 50, a la autarquía moral de Franco / Saza (Sazatornil). Lo que ministro Fraga se apuntara como apertura (apertura a qué), con sus ediciones millonarias de Unamuno y Delibes, no eran ya logros del caudillismo, sino precisamente del anticaudiffismo sociológico. Fuera con el Día del Ahorro y a gastárselo todo en un día, que este tío se muere.
Ex Cordobés tiene ahora poco pelo, que sus estetas lepeinan como cuando entonces, tapándole la frente y una oreja. Ex Cordobés tiene un suéter de rombos, pero ya no hace su toreo cómico, su mal toreo, premiado después del quinto toro en el palco del Caudillo, que le entregaba, con mano parkinsoniana (Parkinson lo que descubrió fue la enfermedad del Poder) una pitillera de oro. Así como Picasso tiene su contrafigura abaratada en Buflet, el Cordobés tenía su abaratamiento en el Platanito, que toreaba en Vista Alegre y con quien nos tomábamos, Gigi Corbetta (el italiano genial) y yo, buenos bocadillos de jamón de jabalí que nos daban las criadas de General Ricardos. Por el Platanito sale la verdad bufa del Cordobés, como por Buffet sale lo peor de Picasso, lo más peor (mi sobrina Olga, 9 años, rubia y adorable, dice "lo más peor"). Quizá mi entrañable Luis Miguel, empresario antañazo de Vista Alegre, promocionó al Platanito, para revelar, por exceso, la verdad del Cordobés. Lo que uno quisiera dejar claro, en todo caso, es que los brillantes y revolucionarios 60 no fueron, en España, la meseta alta y triunfal del caudillismo (I'm sorry, don Manuel), sino el primer madrugar de España contra el hombre que la tenía mal encadenada. Se lo digo siempre a los corresponsales extranjeros que me entrevistan: Franco había muerto culturalmente (suponiendo que Franco sea un fenómeno cultural) diez años antes de morir.
Los 60, pese al Cordobés, fueron también la revolución cultural española, la imaginación al poder imaginativo, un grafiti verbal que pudo con el grafiti de almagre oficial. Por aquella década madruga Juan Luis Cebrián en Informaciones, preludiando EL PÁIS, madruga el Rafael Conte de -la crítica abierta al mundo, el Martín Prieto hoy consagrado, el Gimferrer que, como un Rubén catalán y lectivo, cambiaría de aguja la poesía peninsular, el Savater ácrata / demócrata y abrileño. El Cordobés cazaba con Franco y en España empezaba a amanecer, como en el Caralsol, pero ya, al fin, sin Caralsol Ay qué lucha.
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