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El 'ayatolá' Jomeini está "en plena forma", afirma su esposa

Batul Jomeini, esposa del líder iraní, el ayatolá Jomeini, aseguró ayer que su marido "está en plena forma y sigue haciendo una hora de marcha cada mediodía y otra media hora después de cenar". La esposa de Jomeini indicó que su marido no duerme más que cuatro horas: "Se acuesta a las diez de la noche y se levanta a las dos de la madrugada, y hace 20 minutos de gimnasia antes de empezar su jornada".Una persona del equipo que habitualmente trabaja con el líder de la revolución iraní en su casa familiar de Djamarán, al norte de Teherán, afirmó por su parte que Jomeini "no ha tenido más problemas de salud desde que una enfermedad cardiaca le obligó, hace cuatro años, a abandonar la ciudad santa de Qom" e instalarse en los suburbios de Teherán para así estar más cerca de sus médicos.

La septuagenaria Batul recuerda cuando era una jovencita y rechazó en un primer momento las proposiciones de matrimonio de un joven jeque que con el tiempo se convertiría en el imam Jomeini. "Aquella noche", explica, "se me apareció en mis sueños Fátima Azahara [la hija del profeta Mahoma y esposa del imam Alí, fundador del shiísmo] y estaba muy enfadada. La mañana siguiente yo anuncié a mis padres que había cambiado de opinión y que quería casarme con él". Desde entonces Batul ha seguido a su marido, incluso durante su exilio en Irak, desde 1963 hasta 1978, y después en la localidad francesa de Neauphlele-Château.

Lava su taza de té

Batul explica que el ayatolá Jomeini es un hombre con el que es fácil vivir. "En cualquier caso, más que con vuestros maridos", apostilla. "Se prepara él mismo su taza de té y la lava una vez que la ha bebido. No come más que un plato en cada comida y no soporta el despilfarro, y a pesar de sus responsabilidades siempre está disponible para su familia", asegura.La hija mayor de Jomeini, profesora de Filosofía en la universidad de Teherán, habla de su padre con fervor y asegura que "es tierno, inteligente y atento con todo el mundo. Siempre nos ha tratado con absoluta igualdad tanto a mí como a mis hermanos y hermanas, sin mostrar ninguna preferencia".

Del ayatolá, como su hija gusta llamarle, dibuja un retrato muy elogioso. "Siempre ha sido muy trabajador", explica; "me acuerdo cuando vivíamos en Qom, antes de su exilio, siempre inclinado sobre su mesa de trabajo leyendo o escribiendo. Aun hoy día sigue leyendo mucho, especialmente obras científicas, filosóficas o islámicas".

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