Los que juegan a largo plazo
La máquina del RPR (Asamblea para la República), especialmente engrasada en las zonas de poder local y regional y en la administración del Estado, tiende a socavar las propias bases políticas de Raymond Barre, y numerosos sectores de la propia coalición que apoya a este último (la UDF, Unión para la Democracia Francesa) piensan más en su propio futuro que en la victoria de la derecha.Este es el caso del joven ministro de Cultura, François Léotard, y de su formación, el Partido Republicano, que tienen la vista impuesta en la elección de 1995. Este es el caso también de Giscard d'Estaing, que asegura apoyar a la vez a "sus dos primeros ministros" (Chirac y Barre), cuando en realidad desea fervientemente que venza Mitterrand, para encontrarse con un panorama político inclinado hacia el centro, el espacio donde el ex presidente puede intentar hacer resucitar sus antiguos-laureles. En la segunda vuelta, en consecuencia, algunos sectores de la derecha pueden apoyar verbalmente a su candidato y hacer correr la consigna de votar a Mitterrand.
Traiciones
El RPR, por ejemplo, puede traicionar a Barre, para evitar que éste, desde la presidencia, íntente construir una fuerza polúca nueva, a partir de la UDF y con un ligero apoyo socialista, destinada a sustituir el papel medular jugado por los gaullístas a lo largo de toda la historia de la V República.
Los barristas, por su parte, pueden hacer lo propio con Chirac, para evitar la consolidación del Estado-RPR, bien implantado en los dos años de cohabitación, a costa no tan sólo de los socialistas sino también de los propios socios de la mayoría conservadora, la UDF. Los socialistas, y principalmente el presidente Mitterrand, cuentan ya con recoger una parte de los votos del resentimiento de la derecha en la segunda vuelta.
Estos incidentes electorales y las heridas que produzcan entre los socios de las alianzas políticas tienen una trascendencia de primer orden. En ellos se dibuja la correlación de fuerzas futura y se puede confirmar o desmentir el giro al centro de la vida política francesa. Si vence Chirac, todo permite pensar que proseguirá la polarización entre derecha e izquierda y que no habrá disolución de la Asamblea Nacional ni elecciones legislativas anticipadas. Si vencen Barre o Mitterrand, en cambio, todos los observadores creen que cambiará el panorama político y aparecerá una tendencia centrípeta que obligará a tantear acuerdos entre los centristas y los socialistas.
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