El Gobierno vasco de coalición atraviesa una situación crítica
VICTORINO R. DE AZÚA El Gobierno vasco de coalición se encuentra en los peores momentos desde su constitución, hace ahora un año, en febrero de 1987. A cinco semanas del pacto de normalizacoión y pacificación de Ajuria Enea, las relaciones entre los dos socios del Ejecutivo autónomo, Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Partido Socialista de Euskadi (PSE-PSOE), han llegado a un punto crítico. El lehendakari, José Antonio Ardanza, examinó la situación el sábado con el presidente del PNV, Xabier Arzalluz. Durante la reunión se evocó la posibilidad de anticipar las elecciones autonómicas.
La crisis de la coalición se debe a la confluencia de dos factores. Por una parte, el funcionamiento del Gabinete no es satisfactorio ni para peneuvistas ni para socialistas. Ambas formaciones exponen un amplío catálogo de agravios. Además, el distinto entendimiento del pacto suscrito el pasado 12 de enero desembocó el viernes en un abierto desplante al lehendakari del secretario general del PSE y número tres del PSOE, Txiki Benegas.El enfrentamiento tras la forzada suspensión de la reunión organizada por Ardanza entre los seis partidos firmantes del pacto, al negarse a acudir el PSE-PSOE y Eusko Alkartasuna (EA), subió de tono hasta rozar la violencia verbal. El lehendakari comenzó advirtiendo el mismo viernes que no está dispuesto a ser "un recadista ni un lacayo del PSOE". El vicesecretario de los socialistas vascos, Juan Manuel Eguiagaray, recordó al presidente del Ejecutivo que debe el puesto a los 19 escaños del PSE-PSOE.
Carlos Garaikoetxea, presidente de EA, contestó a una alusión de Ardanza llamándole acomplejado y asegurando que el lehendakari es rehén del PSOE y títere en manos de su partido. Benegas terció el sábado en la polémica. Acusé a Ardanza de haber tirado por la borda el capital político que pusieron en sus manos los firmantes del pacto y se preguntó si la gestión del acuerdo puede estar "en manos tan inexpertas".
Paralelamente, el lehendakari y el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, mantenían en Vitoria una reunión, en compañía del consejero de Presidencia y Justicia, el peneuvista Juan Ramón Guevara, en la que se analizó la situación del Gabinete y se examinaron todas las posibilidades, incluída la de disolver el Parlamento de Vitoria y convocar elecciones antes del verano. Este encuentro fue precedido el jueves de otra reunión de Ardanza y Guevara con el vicepresidente del Ejecutivo, el socialista Ramón Jáuregui. El lehendakari expuso a Jáuregui una especie de ultimátun. "Así", vino a comunicarle, "no estoy dispuesto a seguir".
Pacto limitado
En la base del enfrentamiento en tomo a la frustrada cumbre del viernes existe un temor por parte del PNV, que ahora cree confirmado, sobre el alcance limiitado que su socio de Gobierno otorgaba a la firma del pacto. Para los socialistas, el acuerdo de Ajuria Enea tenía un valor principalmente simbólico, que se agotó en el momento de la firma. Los nacionalistas, especialmente el PNV y el lehendakari, temen que el PSOE se olvide de ellos, una vez conseguida la libertad de acción suficiente para seguir con las conversaciones de Argel.
Pero al conflicto sobre la estrategia de la pacificación y sus actores se añade la falta de entendimiento en el Gabinete. No hay diálogo capaz de superar las diferencias entre los dos partidos coaligados. Así, no están cerrados los presupuestos de la comunidad autónoma ni existe acuerdo para ultimarlos; tampoco hay acuerdo del Gobierno sobre el Plan de Ayudas Empresariales o el convenio con las ikastolas (centros de enseñanza en lengua vasca), realizados por consejeros socialistas.
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