El bebé Manolo
El personal del departamento neonatológico del hospital Gregorio Marañón, de Madrid, empezó a llamar Manolo al recién nacido hallado ayer con vida en una bolsa de plástico en un portal. La razón de este bautizo, según se explicaba allí, partía de una simple casualidad: los dos policías que lo rescataron se llaman Manolo.
El bebé Manolo se hallaba ayer, con un inmejorable aspecto y chupándose los nudillos, en una incubadora identificada con una letra y un número, donde pudo ser observado por dos periodistas de EL PAÍS, si bien no se les permitió hacerle fotos.
Los análisis de sangre -SIDA y hepatitis- del neófito tardarán un poco más. Si está perfectamente sano, no tendrá problemas para ser adoptado. "El recién nacido está en perfecto estado, muestra vitalidad y está bien nutrido". Así explicaba el doctor Pérez Sherriff la situación física del niño abandonado.
El recién nacido es moreno, tiene la cara regordeta y el cuerpo largo.
"Manolo es un niño muy guapo", explica, mientras lo mira, el doctor. El niño sólo se distingue de las decenas de los que duermen en fila ante el escaparate en que él no tiene tarjeta que diga sus apellidos.
"El recién nacido no parece ser drogodependiente, aunque hay que esperar a los análisis", explicaba Pérez Sherriff; "los niños hijos de tóxicomanas están más nerviosos que éste".
A Manolo lo han sometido a todo tipo de análisis sanguíneos, y aunque de los que ya se conocen los resultados afirman, al igual que su aspecto de niño de tres kilos y medio, que está bien, hay que esperar lo que determinan las pruebas de SIDA y de hepatitis.
El último niño abandonado había ingresado en este hospital hace más de un año.
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