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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Galería de intrusas

La revolución de los novatosDirección: Joe Roth. Estados Unidos, 1987. Intérpretes: Robert Carradine, Curtis Armstrong. Estreno: Palacio de la Música, Novedades, Cartago.

El rector

Dirección: Christopher Cain. Intérpretes: James Belushi, Louis Gosset. Estados Unidos, 1986. Estreno: Palacio de la Prensa, Bilbao, Velázquez.

Se busca vivo o muerto

Dirección: Gary Sherman. Intérpretes: Rutger Hauer, Gene Simmons, Rober Gillaume. Estados Unidos, 1987. Estreno: Picasso, Consulado, Liceo Garden, Victoria y Versalles.

Encabezan este comentario las fichas de tres filmes nortemnericanos de producción reciente, que quizás haya que meter en el saco de las decenas que anualmente nos envían de Estados Unidos como relleno de los lotes de distribución.

Al parecer, comprar en España un buen filme de Hollywood -de esos que todos queremos ver- conlleva la compra forzosa de otros que hemos de ver sin que queramos verlos. De ser esto cierto, ¿no estaríamos ante un caso flagrante de aplicación de la filosofía del mercado libre en versión no de Keynes, sino de Al Capone?.

No son buenas películas, ni siquiera malas. Son vulgares naderías, formas benignas de la nada Están bien hechas, pero ¿qué película de hoy -y más si es de Estados Unidos, cuya industria cuenta con medios técnicos opulentos y afinados- no está bien hecha, si por tal entendemos barniz de producción, fotografía que se deja ver, actores con alguna que otra gracia, encuadre correcto, montaje trepidante y otros adjetivos no determinantes de la sustancia del filme?

La miseria de estos filmes no es su existencia, sino él tiempo y lugar que su estreno ocupa aquí, robándoselo a otros que jamás llegan a estrenarse. ¿Es cierto que por cada 20 filmes de Hollywood que queremos ver hay otros 80 que hemos de tragar? ¿Es acaso falso que el hueco que ocupan estos últimos, y que las multinacionales norteamericanas nos imponen, debería destinarse a otros filmes de otros países que aquí no se estrenan y, éstos sí, merecen verse?

¿Se nos ofrece la obra de Oshima, Imamura y Yoshida, entre otros japoneses? ¿Qué se sabe aquí del cine chileno del crepúsculo de la dictadura? ¿Qué español de a pie conoce la obra del argentino Aristarain y otros cineastas del despertar de su democracia? ¿Cuántas películas de Scola, salvo El baile y Macarroni, se conocen en España? ¿Alguien sabe aquí que en Finlandia, Alemania, Holanda, Rusia, Austria, Polonia, Francia, Hungría, Yugoslavia y Bélgica se realizan filmes de gran altura? ¿A cuántos se les niega el hueco para estrenarse, que aquí cómodamente encuentran decenas de basurillas made in California? A todos.

¿Qué vemos del cine británico, canadiense y australiano, salvo alguna impertinente película que se cuela? Aparte de Sacrificio, ¿qué se sabe en España de Tarkovski? ¿Quien conoce lo que hacen Greenaway, Alcoriza, Cazals, Wideberg, Jordan, Guerra, Babenco, Alea, Straub, Godard, Scholondorf, Guerman, Oliveira, Kusturica, Delvaux, Jarman, Leland o Duruddere? ¿A qué suenan en nuestros oidos tales nombres? A nada. Pero sus filmes -y no las naderías californianas que arrastran los Indiana Jones- sí son algo.

¿No contribuye esto a que nuestro público pierda su escasa sensibilidad para ver cine europeo? Y esta atrofia de sensibilidad, ¿no contribuye, a su vez, a dañar la asistencia española al cine español, que es europeo y mucho ganaría si aquí se aprendiese a ver el cine que hoy se hace -y no vemos- en Europa?

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