Tres cuartos de hora con Teresa Berganza
El acto de entrega de los premios nacionales Cristóbal Balenciaga de moda y diseño, que presidieron anteayer los Reyes en el Teatro Real, nos trajo un excelente valor añadido: el regreso, por tres cuartos de hora, de Teresa Berganza.Bien acompañada por el pianista Juan Antonio Álvarez Parejo, la cantante madrileña, siempre joven "en esencia, presencia y potencia", repasó un repertorio español con el que, junto a Rossini, inició su carrera triunfante al comenzar la década de los cincuenta.
Madurez
Encontré a Teresa en un punto de madurez magnífico que se resuelve en un estilo renuente a toda concesión. Recuerdo que, cuando la Berganza, casi una niña, comenzaba sus recitales, aludía siempre a la pureza musical como valor deseado que, quienes escuchábamos, sabíamos muy conseguido.
Recital de Teresa Berganza
Acto de entrega de los Premios Balenciaga de diseño y moda. Pianista. Juan Antonio Álvarez Parejo. Obras de Toldrá, Guridi, Granados, Tesina, Biset y Rossini. Teatro Real, 25 de enero.
Ahora ese afán aparece como en viaje de retorno, tras una apretada existencia musical, y así, nuestros autores nos llegaron vivos, perfectos, conmovedores a través de la voz mordiente y oscura, ágil y exacta, de Teresa Berganza: los clásicos castellanos cantados por el ampurdanés Eduardo Toldrá, el castellanismo bellísimo y popular del alavés Jesús Guridi, las "majas dolorosas" de Enrique Granados, uno de los más bellos rincones de nuestro tardorromanticistno popular ciudadano, la gracia punteada de los majos Timido y discreto, el sevillanismo gestual de Turina en El fantasma o abiertamente popular en Cantares.
Para final, y como propinas, dos creaciones de Teresa Berganza prestigiadas universalmente: La canción bohemia de Carmen, de Biset, y el aria de Tancredo (Di tanti palpiti) demostraron, una vez más, el arte de alta calidad de nuestra compatriota y cómo, en Rossini, la Berganza ha sido y es insuperable remate de nuestro rossinismo histórico: la Colbrand, María Malibrán, Conchita Supervía y Teresa Berganza.
Con los largos aplausos, me parece que el público del Teatro Real hacía patente su deseo de escuchar con mayor frecuencia a Teresa Berganza, tanto en la escena como en el concierto. No hay por qué hacer de ella una leyenda lejana, cuando la tenemos ahí, como artista plena y convincente.
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