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Entrevista:ANTE EL 31º CONGRESO DEL PSOE

Alfonso Guerra estima que una nueva etapa exige nuevas personas

El vicepresidente asegura que nunca estará en una pelea contra UGT

Dice haberse levantado a las cinco de la mañana, y de ahí hasta las diez -hora en que recibe a los periodistas- asegura haber picoteado en varios libros. Con tanta cultura apenas ha tenido tiempo de enterarse del congreso del PSOE, y sonríe con cara de no haber roto un plato ante ciertas preguntas. Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno y vicesecretario general del PSOE, entiende que una nueva etapa, como la que el partido iniciará después de su 31º Congreso, exige nuevas personas en la dirección, para lo cual espera que "los delegados" renueven la actual ejecutiva. Desde luego, nadie tocará los tres puestos principales: González, Guerra y Benegas.

Pregunta. ¿Cómo se plantea el 31º Congreso, probablemente el último antes de las próximas elecciones legislativas?Respuesta. Un congreso siempre tiene importancia para el partido y también para la sociedad. No cabe duda de que hoy en España el PSOE representa el partido más sólidamente implantado. Nadie puede pedimos que hagamos un análisis diciendo que el partido comunista está en situación inmejorable, que el liderazgo de Alianza Popular es irreversible o que los partidos que se llaman de centro no están en la ambigüedad. El PSOE ocupa hoy un papel en la política nacional -yo creo que por fortuna, otros dirán que por desgracia que no ocupan los otros. De ahí la expectación creada.

P. Entre, las ponencias y enmiendas se echa de menos alguna mención de la política de alianzas. ¿Es que nadie cuenta con esa posibilidad?

R. Es verdad que no hay nada sobre ese tema en los textos del congreso. ¿Por qué será así? Mi impresión personal es que la gente no contempla un panorama de alianzas. Piensan en un partido que gobierna o que está en la oposición, y yo diría que más bien piensan en la primera posibilidad. Mi situación psicológica coincide con esa apreciación.

R. Pero el PSOE mantiene alianzas diversas en las autonomías y en algunos ayuntamientos.

R. No en el sentido de la pregunta anterior. Tenemos acuerdos puntuales para dar estabilidad a los ayuntamientos, que más que órganos políticos son instrumentos de servicios a los ciudadanos. Y en los casos de Galicia y el País Vasco participamos en Gobiernos de coalición, pero es que allí el PSOE no es el partido más votado. Es decir, no se trata de completar mayorías.

R. Por el contrarío, hay gran cantidad de enmiendas a la política económica. Éste sí parece un tema de análisis amplio para el partido. ¿Qué va a decir el 31º Congreso sobre esto?

R. No sé lo que va a salir. Mi posición personal es que una gran parte de las enmiendas podrían y deberían ser asumidas por el congreso. Los socialistas hemos estado más en el debate ideológico que en los problemas económicos, pero desde hace cinco años nos hemos visto obligados a enfrentarnos a la. crisis económica. En otros países no se hizo así: los compañeros franceses, por ejemplo, creyeron que había que ofrecer cosas en vez de administrar la crisis y tuvieron que rectificar. La situación económica es hoy mejor que hace cinco años, en muchos aspectos.

R. Algunos socialistas, como Redondo, no lo creen así.

R. Yo no soy tan ingenuo como para establecer aquí un debate con Nicolás Redondo, por quien siento un gran aprecio. Nunca he aceptado, ni voy a hacerlo, que me puedan utilizar como cómplice contra las organizaciones que luchan por los intereses de las clases más débiles.

No estaré nunca en una pelea contra la UGT. Con sus aciertos y sus errores -lo mismo que el partido socialista-, el sindicato quiere defender los intereses de la clase obrera: eso es un espíritu noble, que no hay que contrarrestar. Otra cosa es que en las organizaciones formadas por hombres puedan cometerse errores, pero lo importante es la dirección en que se camina: la UGT lo hace en el sentido de defender las reivindicaciones de los obreros, y el partido defiende un proyecto para el conjunto de la nación, pero atendiendo a la gente más desfavorecida.

Socializar la riqueza

P. Y volviendo al contenido de las enmiendas, ¿cuáles son las que usted cree que tienen más posibilidades?

R. Algunas tienen un valor simbólico. Hay otras que van en el sentido de un nuevo compromiso de solidaridad. Estamos en niveles de crecimiento económico que representan el doble de la media de la Comunidad Europea. Lo importante no es presunÚr de eso, sino que en unos cuantos años podría acabarse en España con un retraso de siglos.

Eso supone asistencias sociales, guarderías para todo el mundo, garantías de trabajo, sanidad de más calidad: es decir, bienestar. Después de la etapa pasada, es necesaria una mayor socialización de la riqueza.

P. Qué significa un "compromiso de solidaridad"?

R. Quiere decir que hay que dar prioridad a los mecanismos de reparto social: mecanismos de salario indirecto, las prestaciones sociales y la continuidad en el esfuerzo de mejorar la infraestructura de este país. El socialismo moderno discute si debe darse prioridad a las prestaciones sociales o a la eficacia económica: el problema es que no se puede tomar una sola de estas dos opciones.

P. ¿Y qué es eso de la nueva cultura de izquierda, mencionada en el debate precongresual?

R. Se están agotando los modelos en todos los terrenos: Picasso rompió los esquemas en las artes plásticas y desde entonces ya no vemos otra cosa que gente que pega materias sobre lienzos. Este ejemplo se puede trasladar a todo lo demás.

No hay verdades absolutas. Quien defiende que lo público es siempre mejor que lo privado está en el mismo error que quien sostiene lo contrario. Por cierto, en España, donde muchos tratan de denostar lo público, el sector público es herencia del detritus del sector privado. Y yo me atrevería a decir que la economía española en su conjunto marcharía mejor si el equipo de técnicos y directores del sector público pudiera pasar al sector privado.

Controlar a la tecnocracia

P. ¿Usted quiere que el congreso del partido defienda la pervivencia del sector público?

R. A mí me gustaría que lo hiciera. La eficacia del sistema exige una economía mixta, y hay grandes sectores estratégicos que están mejor gestionados en el sector público.

P. ¿Cree que la tecnocracia económica está de acuerdo con eso?

R. Yo tengo respeto por los técnicos que saben serlo y no tengo ningún respeto por los técnicos que quieren ser brujos, que son aquellos que dicen: o hacéis esto o quedáis condenados. El verdadero técnico sabe que muchas ciencias tienen su mayor baza en explicar el pasado que en predecir el futuro.

P. ¿Usted es partidario de que la política prime sobre las decisiones técnicas?

R. Hay una perversión en la política de los países occidentales: los técnicos toman las decisiones políticas y los políticos las de carácter técnico. Aquí, en España, he visto decisiones tomadas por técnicos de cuarto nivel que encierran un contenido político importante, mientras que en el ámbito político se discute el instrumento jurídico para llevar a cabo esa decisión: si es un decreto, si es una ley, es decir, lo puramente técnico. Yo lucho contra esa perversión.

Tiene que haber un equilibrio: el político ha de fundamentar sus decisiones en realidades bien documentadas. Que los técnicos tomen decisiones políticas no es lo más acertado para una nación. Si se refiere al criterio que debe primar en la próxima etapa, para mí se trata, ante todo, de una consideración social.

P. ¿Todo esto no supone una rectificación del rumbo?

R. Yo no diría rectificación, porque lo hecho hasta ahora ha dado resultados no sólo positivos, sino necesarios. Lamentablemente, la derecha ha tomado ahora a Gramsci y está todo el día en el uso del concepto de sociedad civil, pero creo que la sociedad va ganando terreno y los poderes públicos tienen que dar una respuesta a las demandas de la sociedad. Yo soy contrario al concepto de partido-vanguardia: hay que escuchar a la gente y llevar las aspiraciones al ritmo que marca la propia sociedad.

Renovación de la ejecutiva

P. ¿Qué personas deberían llevar adelante estos proyectos?

R. Hasta que no termine el congreso no se sabrá qué dirección ha sido elegida. Ahora bien, hemos vivido tres años de una intensidad extraordinaria, y lo normal es que un núcleo de personas continúe y otra parte sea renovada. Hay muchas enmiendas en el sentido de incrementar la participación femenina en los órganos del partido: pues bien, la elección de la dirección es la primera ocasión que van a tener de ser coherentes con eso aquellos que lo proponen. Y habrá que buscar también una cierta presencia territorial.

P. ¿José María Benegas se confirma como número tres, con Felipe González y usted mismo en sus puestos actuales?

R. Me cuesta trabajo decirlo antes del congreso, pero, en fin, yo no he oído grandes cosas contrarias a ese esquema.

P. ¿Y qué cree más operativo: que el número tres ejerza de coordinador político o que asuma la. secretaría de organización?

R. Personalmente entiendo que la coordinación política corresponde al secretario general. No veo necesario inventarse un puesto nuevo.

P. ¿Los ministros deben ser incompatibles con la ejecutiva del PSOE?

R. La incompatibilidad actual es sólo para secretarías de área, no para vocalías. Algunos pretenden eliminar toda incompatibilidad. Supongo que el resultado del debate dejará las cosas en forma semejante a la actual. Yo no terno en cuenta que las personas estén o no en el Gobierno para ejercer funciones en la ejecutiva del partido: lo que debe tomarse en cuenta es si pueden aportar algo a la dirección o no. No se puede hacer compatible lo que no lo es por razón de otras actividades, pero no porque jurídicamente: me lo impidan; a veces se desaprovechan algunas aportaciones por esa causa.

P. ¿La experiencia de autorización para el funcionamiento de corrientes internas ha sido útil o no, en su opinión?

R. En democracia el contraste crítico siempre es positivo, incluso con los excesos que a veces se producen.

P. ¿Y cuáles su valoración de posiciones como la de Ricardo García Damborenea?

R. Éste es un partido democrático, en el que cada cual dice lo que quiere. Ahora tienen una gran oportunidad para defender sus criterios. Si obtienen el apoyo del 20%, su ponencia será discutida en plenario.

P. ¿Sus relaciones con Felipe González siguen siendo las mismas en estos años transcurridos?

R. Las mismas. No tengo muy claro el secreto de esas relaciones: quizá sea el haber sido amigos antes que compañeros políticos. Nosotros hemos hecho política después de haber sido amigos, y hay una lealtad humana por encima de las coincidencias y las disidencias. Nuestra capacidad de comunicación es muy fácil, aunque haya cosas en que no coincidimos: no somos una fotocopia, claro.

P. Hay muchos aspectos en que España no funciona. ¿Está usted de acuerdo con eso?

R. Habrá algunos. De eso se trata, de eliminar esos cuellos de botella. Se dan injusticias y deficiencias sociales. A renglón seguido tengo que añadir, sin triunfalismo, que hay cosas que aquí funcionan mejor que en otros países: por ejemplo, España supera en cinco años la media de esperanza de vida en Europa. Por algo será, ¿no? La calidad de vida global no será tan mala, ¿no? Yo no digo que sea por el Gobierno, pero está claro que la sociedad española tiene problemas resueltos que otros no tienen.

P. ¿Qué intervención ha tenido usted en la reestructuración del sistema bancario?

R. Ninguna. Todo lo que se ha dicho son suposiciones.

P. Para usted, ¿cuál debe ser la máxima prioridad en la acción del Gobierno?

R. El primero es el problema del paro. Hay un juego de cifras que no responden a la realidad, pero las que existen de verdad reflejan un problema real.

P. ¿Así que no es cierta la cifra de paro registrado?

R. En cuanto a la cifra de gente que se registra, no cabe duda de que es cierta. Pero no refleja la evolución del paro. Un concepto son las personas desempleadas y empleadas y otro distinto los que nunca habían trabajado y ahora quieren hacer lo. Además, aquí se ha creado el mecanismo de que para trabajar es necesario estar registrado, y tenemos el problema de las bolsas de fraude. Ahora hay más gente que trabaja de la que había al principio de la etapa de Gobierno socialista, incluso más que el crecimiento vegetativo de jóvenes; luego hay menos paro Eso no es una contradicción con el hecho de que ahora haya más personas registradas en busca de empleo.

P. ¿Qué otros problemas importantes ve para el futuro inmediato?

R. Hay también problemas individualizados de prestaciones sociales y un esfuerzo muy grande en infraestructura.

Además, España cuenta hoy internacionalmente, y eso hay que explotarlo en favor de los pueblos que sufren más. Me acuerdo de las críticas que recibí por haber llevado medicinas, libros y una fotocopiadora para el Ministerio de Cultura de Nicaragua. Y me pregunto: ¿de qué clase de caverna habrán salido esos a los que les parece mal un pequeño apoyo para millares de personas que no tienen nada? En Nicaragua tienen una inflación del 1.300%, y aquí, si nos desviamos medio punto arriba o abajo, ya tenemos el escándalo armado. Estamos hablando de otro mundo, y no podemos olvidar que existe Haití, que existe Mauritania y tantos otros. En China para el año 2050 tienen una previsión de renta per cápita que equivale a las pensiones asistenciales hoy en España.

P. Para terminar, ya sabemos que el Gobierno es competencia del presidente...

R. Bueno, es que casualmente lo dice la Constitución.

P. También dice la Constitución que todos tienen derecho al trabajo, y eso no se cumple. Pero, en fin, ¿cree conveniente un cambio de Gobierno para esta nueva etapa?

P. Si yo tuviera que decidir eso, tendría mi opinión. Pero yo no lo decido.

P. ¿Y si su amigo el presidente solicita su criterio?

R. Si mi amigo el presidente Felipe González solicita mi criterio, con muchísimo gusto se lo daré.

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