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Francisco Zaragoza

Académico y coleccionista de obras en castellano de autores filipinos

"Empecé a los 11 años a escribir versos y desde entonces no he parado", explica Francisco Zaragoza, un filipino hispanista, de abuelos españoles, secretario general de la Academia Filipina, correspondiente de la Real Academía de la Lengua Española. Ferviente defensor de los poco de español que queda en Filipinas, cuenta con la colección más importante del mundo de autores filipinos que escribían en español.

Zaragoza, de 79 años de edad, cuyo abuelo llegó a Filipinas para trabajar como directivo en la compañía de Tabacos de Filipinas, recuerda su debú, a los 16 años, como el director del diario Guía Comercial, en una Manila de los años veinte donde "la mitad de la población hablaba español y contaba con los grandes escritores de la época, como Recto, Balmori o Epifanio de los Santos, que expresaban su obra en castellano". "Balmori", añade, "era el mejor poeta de la época y escribía todos los días una columna en verso en el diario más popular de entonces, La Vanguardia"."La decadencia del español", recuerda Francisco Zaragoza, "llegó después de la II Guerra Mundial, cuando los bulldozers norteamericanos destruyeron Intramuros -donde estaba situada la vieja Manila-, aunque muchos edificios habían sido ya afectados por la guerra". Pero con la independencia de Filipinas, en 1946, después de casi cuatro siglos de colonización española, seguidos de otros 50 años de dominio estadounidense, la ley Cuenco mantuvo obligatoria la enseñanza del español. "Era necesario pasar 24 unidades de español, cifra que quedó rebajada a 12 durante la época de Ferdinand Marcos, hasta llegar a desaparecer actualmente la enseñanza obligatoria del español, bajo la actual Administración de la presidenta Corazón Aquino", ¡ainenta Zaragoza.

Sin embargo, el secretario general de la Academia Filipina no ceja en su empeño de mantener viva la creatividad poética filipina a través del español, escribiendo casi todos los días su Sinfonía inconclusa, cuyas 200 páginas deben pasar a completar su antología poética, compuesta de otros cinco tomos y cuyo prólogo corrió a cargo del académico español Guillermo Díaz-Plaja.

"La Real Academia Españo la tiene mucho interés en que no se pierda mi biblioteca, que cuenta con más de 100 volúmenes de clásicos filipinos escritos en español", comenta Zaragoza, rodeado de miles de libros en su casa del barrio de Malate, en Manila. Zaragoza explica que está dispuesto a vender a alguna institución o editorial española toda su biblioteca para que no se pierda la huella de una parte de la historia de Fifipinas expresada en español.

Es crítico en relación con la actual Administración de Aquíno, que no da prácticamente ninguna importancia a la enseñanza del español. "Filipinas no puede renunciar a sus raíces históricas, ni a los nombres de sus gentes, calles o provincias o a los múltiples vocablos y expresiones castellanas que permanecen en el tagalo, la lengua oficial filipiría". "No hay que olvidar", añade, "que nuestro principal héroe nacional, José Rizal, escribió su último adiós en castellano, a pesar de que sabía el tagalo, el inglés y el alemán, la noche antes de ser fusilado por los colonizadores españoles, a finales del pasado siglo. Rizal odiaba al colonizador español, pero amaba su lengua y cultura".

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