Silencio, se estrena
La ópera es un coto cerrado para los nuevos compositores
Se produce tan raramente un estreno de ópera que cuando ocurre, el hecho va indefectiblemente unido al calificativo de absoluto o mundial. Los divos no se suelen prestar a ello; requiere tiempo, grandes esfuerzos y existe una gran incertidumbre sobre su aceptación. El presupuesto es alto y la rentabilidad política escasa. El público ha perdido el hábito de asistir a nuevas creaciones. En este contexto, los próximos estrenos de José Ramón Encinar y Luis de Pablo se esmeran con enorme interés.
Sin embargo, el público respaldó con su presencia, la pasada temporada, el primero de los encargos anuales de óperas de jóvenes compositores que a través de tres de sus organismos patrocina el Ministerio de Cultura.La idea es positiva y encaja con la definición de, los mismos. Con el Centro de Difusión de la Música Contemporánea, porque el soporte visual y la utilización de la voz humana favorecen un acercamiento a los complejos lenguajes actuales de un oyente no especializado. Con el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas, por el enriquecimiento del espectáculo teatral que supone la incorporación de la música cantada y representada. Con el Teatro Lírico Nacional la Zarzuela, al suponer un compromiso con su tiempo histórico, abriendo posibles vías de continuidad al género y complementando una oferta fundamentalmente convencional.
No parece, sin embargo, que haya una convicción absoluta en la iniciativa por parte de los responsables operísticos. Se utiliza una sala más bien cutre, y no la habitual del resto de la temporada, lo que puede llevar a la creación de dos tipos de espectadores, factor nada beneficioso. Hasta ahora, no se han editado los libretos ni realizado charlas o coloquios previos que sitúen al futuro oyente ante lo que va a ver y escuchar, como en las óperas de repertorio.
La modalidad elegida es la de ópera de cámara. Es la más habitual en los nuevos creadores. Permite una especial interiorización de los personajes, y las orquestas corresponden a las utilizadas en las composiciones actuales. Es más operativa, más trasladable. También más barata.
José Ramón Encinar (Madrid, 1954) ha recorrido un considerable camino desde Homenaje a Cortázar (1971), su primera incursión en el terreno de la voz humana musicalizando un texto de La vuelta al día en 80 mundos, hasta esta primera ópera, Fígaro, que va a estrenar el 21 de febrero en la sala Olímpia, en una triple dimensión de libretista, compositor y director musical.
El librero es como un gran collage de procedencias textuales. A las referencias de El barbero de Sevilla, de Sterbirli-Rossini, Y Las bodas de Fígaro, de Da Ponte-Mozart, más la trilogía teatral sobre Fígaro de Beaumarchais, se unen citas de Tanhäuser de Wagner; Clavijo, de Goethe; Hamlet, de Shakespeare; Tercer libro de Panrogruel de Rabelais; Mefisrojele, de Boito; L' invito de Pepoli. Todo ello conducido por intervenciones del propio Beaumarchais, representado por un actor que utiliza fragmentos de sus Memorias, prólogos e informes.
Simón Suárez, director escénico de la obra, lo cuenta así: "Su ópera parte de una base de auténticos detritos. Detritos literarios y musicales a partir de los cuales él levantará su Fígaro aprovechando nuestro conocimiento literario y musical de diferentes intertexto, para poner así en evidencia más fácilmente los problemas de la ópera, pera a través del humor y, sobre todo, del espectáculo completo que es esta forma de expresión. En ningún momento la voluntad didáctica sobrepasa la de la diversión. El factor sorpresa está siempre presente".
El barítono Luis Álvarez encarnará el papel de Fígaro, en un reparto sin voces femeninas, aunque sí mimos. La orquesta, reducida, consta de dos flautas, dos clarinetes, un teclado, un arpa, dos percusionistas, tres violines, dos violas, dos violonchelos, un contrabajo y cinta magnética. El coste de la producción está entre los 15 y los 20 millones de pesetas. La ópera, dividida en 10 escenas, será cantada en francés, italiano, alemán, inglés y español, al respetarse el idioma de los textos originales.
Versatilidad
No es esta versatilidad lingüística el enfoque primordial dado a su obra por otro compositor español, Luis de Pablo (nacido en Bilbao en 1930), que en estos días está terminando su segunda ópera, El viajero indiscreto, sobre librero de Vicente Molina Foix, y que, tras diversas vicisitudes, va a ser estrenada en Madrid en el otoño de 1989, con dirección musical de José Ramón Encinas (a quien la obra está dedicada) y escénica de Pierre Audi, director artístico del Almeida Theatre, de Londres.
La investigación sobre el sonido del idioma es, en este caso, fundamental. De Pablo opina que la lengua castellana está, en bastante medida, en barbecho en lo que se refiere a su uso lírico. Molina Foix incluso utiliza estrofas de pie quebrado en versos de ocho y cuatro sílabas.
Luís de Pablo lo ha manifestado con claridad: "Desde los grandes siglos de la polifonía, los compositores escribían en latín o sobre textos religiosos. Después de la canción con acompañamiento instrumental, se ha asistido poco a poco a una italianización de la música aplicada a la lengua española. Justo hasta el siglo XX la lengua contemporánea no ha servido para la escena si se exceptúa a Manuel de Falla. Yo he puesto todos mis esfuerzos para extraer del español su esencia cantable. Sin ceder al recitativo simple, he ensayado sobre todo sobre los ritmos de la frase y sobre la utilización de los intervalos más frecuentes de la lengua".
La forma de acceso al público es aquí distinta. La modificación de la política cultural francesa y el cierre del teatro de Lille, donde la abra se iba a representar originariamente, han posibilitado una recuperación española por parte del Ministerio de Cultura. Luis de Pablo es un clásico dentro de los autores vivos. Su segundo estreno operístico será en el teatro de la Zarzuela. Abrirá camino para los demás.
Babelia
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