Historia de un 'amor' imposible
La policía espera abandonar este año el edificio de la Puerta del Sol, que comparte con Leguina
Una extraña pareja convive desde hace tres años bajo el mismo techo en la Puerta del Sol. Es la historia de un amor imposible que acabará probablemente, si no fallan las previsiones, a fínales de año. El presidente regional, Joaquín Leguina, y todo su Gabinete comparten a diario con la policía las escaleras de la antigua Dirección General de Seguridad (DGS). A la dilatada historia de este edificio sólo le faltaba la crónica de un divorcio anunciado desde diciembre de 1984, cuando Interior acordó con la comunidad la permuta de este edificio por otro situado en la calle de Miguel Ángel. La antigua DGS vive desde entonces en una situación de perpetua mudanza.
"Espero que se lleven de aquí las mazmorras antes de que me metan en ellas". Leguina ha decidido tomarse con filosofía el largo adiós de sus vecinos. Bajo sus pies tiemblan aún los oscuros calabozos que pisaron no hace mucho varios compañeros de partido y por el que deambulan diariamente más de medio centenar de detenidos. Algo que el presidente no desearía ni para los despachos de sus peores enemigos políticos.Sin embargo, las relaciones entre los funcionarios de la comunidad y la policía atraviesan ahora un momento dulce, tal y como reconoce Juan Domingo de la Carrera, comisario jefe de Inspección de Guardia. "El nuestro ha sido un matrimonio difícil", comenta, "y era normal que al principio surgieran problemas hasta adaptarnos a la nueva situación".
Atrás quedan pequeñas rencillas dialécticas, como las entabladas en la madera del viejo ascensor compartido. Sus cuatro paredes están llenas de sutiles raspaduras que esconden otras tantas pintadas con que fue obsequiado Leguina nada más estrenar su despacho. Algunos policías no vieron con buenos ojos el desembarco presidencial y utilizaron como arma el pintalabios. "Todo es obra de una minoría inadaptada que con el paso del tiempo se ha ido disipando", reconocen los propios policías.
El interior del edificio es lo más parecido a un destartalado almacén de mudanzas. Donde no están desmontando, están restaurando. No es extraño que los obreros se hayan convertido en los clientes más asiduos de La Pelos, sobrenombre con el que la policía ha bautizado la cantina del edificio "por el aspecto sucio que ha tenido siempre". Los ordenanzas de la Co munidad de Madrid también han ocupado con el tiempo el que era lugar habitual de cita de inspectores de policía.
Aunque la permuta de edificios fue firmada en diciembre de 1984, Leguina no consumó el acto de posesión -simbólico- de su nuevo despacho hasta un año después. Con la policía ocupando aún todo el edificio, el primer Consejo de Gobierno regional en la Puerta del Sol se realizó bajo custodia de los agentes. Más de uno comprendió en aquel momento lo que se conoce como democracia vigilada.
La 'planta noble'
Leguina consiguió apoderarse poco a poco del segundo piso, la planta noble. La comunidad se ha gastado más de 150 millones de pesetas para lavar la cara a los 3.000 metros cuadrados del piso. El último en llegar ha sido el consejero de Presidencia, Agapito Ramos, que comparte la mitad de la planta con el propio presidente.El lujoso salón principal de la planta noble -conocido como salón Canalejas- contrasta con el aspecto lóbrego de las dependencias policiales. Falsos techos¡ puertas tapiadas, despachos añadidos o viejos armatostes almacenados en cualquier rincón hablan por sí solos. Tan fácil es encontrarse con un impresionante espejo como con una polvorienta culata de escopeta junto a un armario desvencijado.
Las salas que ocupó hasta diciembre el archivo central de la policía, en la planta baja y en el sótano, son el vivo ejemplo del abandono: un fuerte olor a humedad domina el ambiente, las estanterías se caen por su propio peso, el sótano trae recuerdos de las catacumbas...
El archivo ha sido la última conquista de la comunidad, que ocupa ya cerca del 40% del edificio. Los más de 60.000 expedientes acumulados han dejado sitio para lo que será dentro de unos meses el gabinete de prensa del Gobierno regional y probablemente una sala de exposiciones.
Pero la antigua DGS conserva aún una larga lista de dependencias policiales repartidas por el sótano, planta baja, primer y tercer piso: los calabozos, la Inspección Central de Guardia, el Gabinete de Identificación, la Brigada Central de Estupefacientes, las Brigadas Regionales de Información y de Policía Judicial y un botiquín médico.
Según Carlos Conde Duque, subdirector general de Gestión del Ministerio del Interior, los servicios centrales se trasladarán en cuatro meses al edificio de la antigua academia de policía en la carretera de Canillas, adonde ha sido llevado también el archivo central.
Las dependencias regionales, incluidos los calabozos, tardarán más. El nuevo edificio, un bloque de ocho plantas situado junto a la plaza de Conde Casal, está pendiente de cesión por parte del Ministerio de Hacienda. Interior cederá a cambio el inmueble del diario Arriba en el paseo de la Castellana. La permuta se ha retrasado por problemas burocráticos, pero Carlos Conde Duque afirma: "Si todo funciona como está previsto, las obras en el nuevo edificio pueden estar concluidas a finales de año".
"¿A finales de qué año?", responde Leguina con su habitual escepticismo. Y es que el presidente regional ya no está para promesas. Carlos Conde Duque afirma que cuando llegó a su actual cargo, hace un año, "el tema estaba paralizado". "Se había hecho un hueco para instalar a Leguina, pero poco más. El traslado del archivo central ha sido una prueba de que la cuestión se ha agilizado".
Ramón Vals, arquitecto responsable de la restauración del edificio, le da ahora vueltas a su futuro. "El inmueble ha sufrido una tremenda tortura con el paso de los años", afirma. La realización de las obras con los inquilinos dentro ha complicado la rehabilitación, y han surgido imprevistos, como el corte de la calefacción en las dependencias policiales, que ha originado un inusitado auge de braseros y radiadores.
De calabozos a almacenes
Con el paso del tiempo, los calabozos, que recorren casi todo el sótano, acabarán convertidos en almacenes o archivos. Las plantas restantes serán ocupadas por la Consejería de Presidencia, y, probablemente, por la de Cooperación y Agricultura. Los dos patios se limpiarán de todos los añadidos que han venido sufriendo y se abrirá una nueva puerta en el callejón de San Ricardo, en el lado opuesto a la entrada principal. Quedarán 9.000 metros cuadrados de espacio útil.La vieja y espartana Casa de Correos, después Ministerio de la Gobernación y luego Dirección General de Seguridad, conocerá así un nuevo destino. Su balcón principal, que le sirve a Leguina para dominar la Puerta del Sol, ha presenciado desde el la proclamación de la II República hasta el asesinato del presidente Canalejas.
La Casa de Correos contempla también desde hace medio siglo la multitudinaria despedida del año. Quizá las campanadas de 1989 maten dos pájaros de un tiro. Será el fin de un largo divorcio.
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